Empieza la función,
El Teatro esta abierto
Pero requiere invitación.
Verás la vida,
En todo su esplendor,
Desnuda ante ti
Te inundará su olor.
Su blancura, su dulce dolor,
Los rasgos de miedo,
La sangre que fluye
El calor que en ti solo es provisional,
Pero no seas ingenuo,
Esa no es la función,
Nadie aplaude ante la vida,
Hasta que esta termina.
La muerte lentamente aparece con su canción,
Los espectadores sostienen la respiración,
La tensión en el ambiente se romperá
A la vez que mis colmillos en su piel penetrarán.
Su sangre lentamente se va,
El placer que siento es infernal,
El telón cae y todos aplauden
El final de esta función.
Inclínate ante el Theatres des vampires
Donde la realidad es pura ficción
Inclínate al Theatres des vampires
La muerte expectante en un rincón
Inclínate al Theatres des vampires
La vida solo tiene sentido, una vez termina.
Aplaude ya al Theatres des vampires
A la muerte los mortales, siempre le aplauden.
viernes, 20 de diciembre de 2013
jueves, 19 de diciembre de 2013
SÉ QUE HAY UNA CANCIÓN
Sé que hay una canción,
Esperando en un rincón
Para hacerme compañía.
Se que hay un sonido,
Esperándome en la esquina,
Y vivirá cuando lo descubra.
Todo mal tiempo
Se podrá llevar
Mientras la música
Nunca deje de sonar.
La canción trae un recuerdo
Y precisamente de un recuerdo,
Nació un día esa canción.
Las personas viven más,
Escritas en partituras,
Interpretadas en clave de sol.
Esperando en un rincón
Para hacerme compañía.
Se que hay un sonido,
Esperándome en la esquina,
Y vivirá cuando lo descubra.
Todo mal tiempo
Se podrá llevar
Mientras la música
Nunca deje de sonar.
La canción trae un recuerdo
Y precisamente de un recuerdo,
Nació un día esa canción.
Las personas viven más,
Escritas en partituras,
Interpretadas en clave de sol.
viernes, 13 de diciembre de 2013
EL FINAL
Corres y cierras los ojos,
Te olvidas, no te importa una vez más,
Ya has luchado lo suficiente,
Ahora solo quieres descansar.
No quieres perder la esperanza,
Lo hermoso de la humanidad,
Se desmoronan tus ideas,
Las ilusiones caen al suelo ante la crueldad.
La violencia visceral,
La enfermedad contagiosa,
La canción de la destrucción,
La inconsciencia peligrosa
Todo junto en este cóctel,
Un poco de fuego y todo acabará
Calcinado, destruido en nombre de la humanidad.
Te olvidas, no te importa una vez más,
Ya has luchado lo suficiente,
Ahora solo quieres descansar.
No quieres perder la esperanza,
Lo hermoso de la humanidad,
Se desmoronan tus ideas,
Las ilusiones caen al suelo ante la crueldad.
La violencia visceral,
La enfermedad contagiosa,
La canción de la destrucción,
La inconsciencia peligrosa
Todo junto en este cóctel,
Un poco de fuego y todo acabará
Calcinado, destruido en nombre de la humanidad.
HURACÁN NEGRO
Mi mensaje lo lleva el viento,
Mira en lo alto, es un huracán negro,
El ojo despiadado te persigue sin miedo,
Y demuestra la injusticia donde crece lo que avaricias.
Intentarás pararlo,
Buscarás detenerlo,
Pero tu turno ya ha pasado
Y es mi momento en este juego.
Ríndete,
Ante el poder de un pueblo.
Cállate,
Hablan los gritos del que estaba olvidado.
Mírales,
En sus rostros cuantos siglos, mil penas han vivido.
La pesadilla que has esculpido con tu olvido,
A la puerta de tu hogar ha llegado,
Tu imperio de placeres tiene una visita,
Sus trompetas anuncian que llegó la invasión
Y en nuestras catapultas está nuestra munición:
Pequeñas dosis de nuestro dolor.
El espejo que ocultaste y buscaste destruir,
Hoy se cristaliza y se une alzándose frente a ti,
No lo habías notado,
El peor orgullo,
Lo tiene quien muere
Por demostrar su supuesta humildad.
Tu peor castigo ha sido la soledad,
El dolor que te producen el dinero y el poder.
Nuestro regalo es compartir,
La punta de nuestras flechas
Te las ofrendamos a ti,
Tu peor error ha sido despojarnos de todo y robarlo
Sin saber que quien nada tiene nada teme perder
Y sin temor el humano vuela alto
Ya la muerte no lo puede detener.
Ríndete,
La historia ha dado un vuelco
Cállate,
Tu tumba hoy es de metal
Mírales,
Son todos los que con tu avaricia has despojado.
Llorarás,
Pero de nada servirá
Gritaras,
Pero ahora tú no tienes derecho a hablar
Morirás,
Intentando abrazar esa madre que nunca quisiste amar.
La justicia divina tiene un medio
Para hacerse realidad,
No seas ingenuo, la Iglesia no será,
Es el puño de los que el tormento no aguantan más.
Tú,
Hijo del que en esta tierra el dolor liberó
Tú,
Poderoso mentiroso, en tu trono te has mantenido
Con mentiras, artimañas
Despídete ya pues ha llegado tu final.
martes, 5 de noviembre de 2013
EL PADRE DE LAS MENTIRAS
El padre de las mentiras,
Caído en el piso,
Con tu manto protector,
Nos cegaste como un vil ladrón,
Mientras tanto tus marionetas
Danzaban a tu son.
El padre de las mentiras,
Eres tú de rodillas,
El padre de las mentiras,
Es tu farsa hecha avaricia.
TU AUSENCIA
Y entonces llega el sentimiento,
Con su ira arrasadora le da paso al vacío,
Un hambre que no se puede saciar.
Yo corro tras ella,
Como un loco empedernido,
Yo corro tras ella,
Sintiendo que me alejo de mí.
En el final de los tiempos,
Nos encontraremos,
Tu mirada inocente
Y tú pasado de seda,
Nunca tuviste una vida mortal,
Lo poco que fue ya se olvidó.
Sal a cazar esta noche conmigo
Me pediste y me negué,
Ahora el hambre me acosa,
Pero sobre todo tu ausencia,
Esa, es la que me mata.
sábado, 26 de octubre de 2013
CORAZÓN CONGELADO
El silencio avasalla la oscuridad,
El olvido consume el fuego,
La hoguera lentamente deja de brillar,
El frio del ambiente la ha logrado apagar
Y no encuentras explicación,
No sabes en qué momento pasó.
Gritas en silencio y lloras en otros brazos,
Las alas son escasas y los caminos son eternos,
Las alternativas a tu alrededor,
Hacen que se congele tu pequeño corazón.
lunes, 7 de octubre de 2013
IMPERIO DE SANGRE
Intento escapar de tu mentira,
Tu derroche y tu arrogancia,
No queiro más de tus historias
Eres el héroe en programas de televisión
Las mujeres, un objeto,
Bañada en oro, tu miseria,
Mil diamantes incrustados,
En el vacío que dejó tu soledad
Un imperio de sangre crece,
Y un pueblo llora tu barbarie,
Destruye su cuerpo, destruye su mente,
Con la promesa del olvidar,
En silencio y cuando no lo espera
Salta y está detrás ahora
Hunde la cadena que le amarra a su final.
Escucha lo que canto,
Mi grito es de libertad,
Mira lo que haces,
No te dejes esclavizar.
Escucha lo que digo,
Mi grito es de libertad,
Mira lo que haces,
Nada limpia de tus dedos esa sangre.
El placer que recorre,
La inconsciencia del escape,
La salida de los débiles,
El metal que no sienten.
Tu incultura, tus mentiras,
En el poder, reservado un lugar
Y la justicia para ti, echa a medida
De la cantidad de billetes,
Con los que la ceguera curarás.
Enaltecido, arrogante, asesino, petulante,
Mil programas hoy te venden,
La basura entra en mi mente.
Enaltecido, Arrogante, Asesino, Petulante,
Mil programas hoy te venden,
Como un héroe de mi tierra.
Aquel que toda su vida consagra,
Con honestidad a mil niños levanta,
Olvidado por la historia,
Aplastado por tu injusticia
Tu vanidad, hecha por mentiras,
Tu cultura, envenena
Y todos los días en pantallas
Venden tu vida
Como una fantasía.
Escucha lo que canto,
Mi grito es de libertad,
Mira lo que haces,
No te dejes esclavizar.
Escucha lo que digo,
Mi grito es de libertad,
Mira lo que haces,
Nada limpia de tus dedos esa sangre.
jueves, 19 de septiembre de 2013
INTERESTELAR
En este lugar, no hay amanecer,
No hay ninguna fuerza que me obligue a caer,
Por los precipicios oscuros del universo,
Voy volando sin remedio.
Todo gira y yo voy atado
Creía que llevaba el ritmo,
Gritaba que llevaba la dirección
Y nunca podía moverme contrario a la constelación.
En medio de las estrellas
La consciencia parece desaparecer
Tan imponentes nos creemos
Y nada somos si junto al cosmos caemos.
Ni una gota en el mar, ni una arena
en el desierto,
No eres ni serás un copo de nieve
único y especial,
La basura interestelar, condenada a
en la tierra sanar,
El abono de ésta vida, pies
descalzos sobre un suelo
Que no paran de soñar con las
estrellas tocar
Y nunca si quiera las verá en otro
sitio distinto a su hogar.
Pequeña cucaracha interestelar.
EL LOBO ESTEPARIO
Encadenando la mitad de su esencia,
El lobo atado con su sonrisa de pena,
Sus ojos sarcásticos mirando de soslayo
Despreciando todo lo que sonara civilizado.
La sinceridad de un hombre
Que no vive en estas reglas,
Que no se ata con cadenas
Que no son más que mentiras eternas.
Sin ningún consuelo vaga por el mundo,
El cielo de nuevo es un infierno
Y el dolor de lo mundano
No le deja sonreír sin sufrir al momento.
Las mentiras, apariencias,
Superficial que no piensan,
Los bailes de lo no pensado
Y la embriaguez de lo espontaneo.
Todo aquello encadenado,
A los hombres cegando
Una nueva guerra se acerca
Y todos siguen ignorando.
La música del espíritu
Olvidada por unos simples ritmos,
Lo que te haga pensar,
Desechado en el tiempo pasado.
Un hombre solo camina,
En la noche un lobo estepario,
Un hombre solo camina,
La oscuridad su única amiga.
Rasgando las prendas, olvidando su ser,
Rompiendo las mentiras que a si mismo ha vendido,
El sonido del trueno, la embriaguez de lo bello
El lobo ha muerto y la sonrisa en su rostro se ve.
lunes, 9 de septiembre de 2013
LOS INMORTALES
Hay dos caminos,
El norte y el sur,
Si avanzas hacia arriba,
No dejas de escapar,
Si te dejas llevar,
Por el huracán de abajo,
Pronto a la iluminación igual llegarás.
Este es el mundo de los inmortales,
Aquellos desconocidos que no sienten como los demás,
Este es el mundo de los inmortales,
Donde la eternidad no es más que un instante fugaz.
Condenados,
Por la superficialidad del hoy,
Acorralados, obligados a nada tener,
En lo profundo no dejamos de pensar
Mientras lo superficial no podemos contemplar.
A quienes es dado el dinero y el poder,
Son a esos hombres,
Cáscaras vacías, ladrones de ilusión,
Los que siendo de otro modo ven el mundo,
Los que rasgan las vendas,
Solo tienen dos cosa destinadas
Muerte y eternidad.
El norte y el sur,
Si avanzas hacia arriba,
No dejas de escapar,
Si te dejas llevar,
Por el huracán de abajo,
Pronto a la iluminación igual llegarás.
Este es el mundo de los inmortales,
Aquellos desconocidos que no sienten como los demás,
Este es el mundo de los inmortales,
Donde la eternidad no es más que un instante fugaz.
Condenados,
Por la superficialidad del hoy,
Acorralados, obligados a nada tener,
En lo profundo no dejamos de pensar
Mientras lo superficial no podemos contemplar.
A quienes es dado el dinero y el poder,
Son a esos hombres,
Cáscaras vacías, ladrones de ilusión,
Los que siendo de otro modo ven el mundo,
Los que rasgan las vendas,
Solo tienen dos cosa destinadas
Muerte y eternidad.
martes, 27 de agosto de 2013
LA GRAN MENTIRA
Hay una gran mentira,
Una espada Samurái que no ves,
El tren que no se detiene
Una sola vía directo al abismo.
Una pirámide,
Que quiere crecer,
Tocar el cielo,
Pero nunca caer.
Humano, lo sencillo no lo entiendes,
Creces, pero un día envejeces,
Vives, pero un día vuelves
A la tierra de la que partiste.
Te crees la cima del mundo
Y eres el virus que todo consume.
La rueda sobrante de un engranaje,
Se cree el botón que todo lo activa.
Humano, lo sencillo no lo entiendes,
Creces, pero un día envejeces,
Vives, pero un día vuelves
A la tierra de la que partiste.
En nuestras manos está
El poder de cambiar
Resiste porque el tiempo
Nos arrollará a todos por igual.
La caída al abismo,
Se puede evitar
Si todos decidimos
Esté tren sin rumbo parar.
TEMOR A VIVIR
El que teme vivir,
Nunca quiere salir
Del refugio
Al que llaman cotidianidad.
El que teme soñar,
Nunca mira el mar
Que ruge
Aunque nadie lo escuche
Y consume, llenando su vanidad
Olvida, Poco a poco el amar
Y sigue, encadenado a la infelicidad.
Llora en silencio
Cuando nadie le mira,
Y una sonrisa
Hipócrita al andar.
Trabaja para mucho tener,
Y al tiempo, hasta lo poco llega a perder,
Con una venda camina ciego
Y olvida los detalles que alegran la vida
Y así continua
Humano de hoy
Comprando sin ser feliz
Pero de eso depende que el mundo gire sin fin.
Abre los ojos,
Poco necesitas,
Para de consumir
Se fuerte y así,
Aportarás un mundo más feliz. domingo, 18 de agosto de 2013
DEJA QUE LA MÚSICA SUENE
He callado una y otra vez,
He soñado pero pronto se ha marchitado
Me he caído y he levantado,
Ahora solo pienso en lo que no ha cambiado.
El sol ha salido una vez más,
El tiempo me ha arrollado y sigo aquí
Como estatua paralizada,
Como estatua paralizada,
Estoy sin moverme, sin pensar.
Qué hacer para romper este hechizo,
Que me hace ver una cruel realidad
Y seguir con mi vida sin actuar.
Me han temblado los huesos,
Me han hecho llorar esos sueños,
Los sentimientos han desaparecido
Y luego me escucho gritando,
Pero sigo siempre cristalizado.
Ante un frió mundo me encuentro
Y solo puedo intentar darle color,
Gritar fuerte y dejar que la música suene.
Deja que la música suene
Para olvidar este amargo dolor,
Deja que la música suene,
Que la pesadilla se llene de amor,
Deja que la música suene,
Como dejas que tus lagrimas rueden.
Deja que la música suene,
Que si no alimenta a un hambriento,
Puede convencer a otro de luchar por su alimento.
lunes, 12 de agosto de 2013
NUEVOS DIOSES
Dicen los viejos relatos,
Que al principio habían dioses,
Y entre ellos crearon el universo.
Dicen otras leyendas,
Que ellos fueron los creados,
Que los humanos los moldeamos,
Al creer en ellos, se formaron,
Con plegarias se alimentaron
Y que cientos han sido sepultados,
A penas viven de migajas,
De recuerdos y en algunos cuentos.
Odin, Quetzacoalt,
Osiris, Nemcatacoa,
Zeuz y Ra.
Ahora en este mundo no mandan más,
Si de plegarias se trata,
Hoy en día hemos creado otros que les
llevan la ventaja.
Incluso Jesús no puede combatir contra
el Dios Dinero
La Diosa TV, el Dios internet y el Dios Progreso.
Cuantas horas dedicadas, cuantos
sacrificios realizados,
Cuanta gente hoy muriendo en nombre de
los nuevos invitados.
Y estos bailan alegres,
Y nuestro altar ahora son billetes,
La caja tonta se alimenta,
De succionar lo que por nuestra mente pasa.
El señor avaricia se regocija,
Con cada muerto, cada engaño, por una pizca de lo que llaman plata.
Los Viejos Dioses parecen muertos,
Y los nuevos se llevan toda la importancia.
jueves, 8 de agosto de 2013
A LOS QUE HOY NO ESTÁN
De cuanta sangre se ha alimentado,
La tierra de este mundo,
Cuántos soñadores hemos olvidado.
Muchos no soportan
El peso de la verdad,
Tantos que no quieren,
Que la injusticia toque su final.
Miles han marchado,
Los han obligado a partir,
Tres tiros, unos golpes,
Y la tristeza que danza hoy aquí.
Cuantos gritos,
Han querido callar,
Y sus ecos,
No han parado de resonar.
Que sus ideas no son solo mente,
Que su vida no es solo un cuerpo,
Que su alma no puede tener barrotes,
Que su grito, su grito ya lo lleva el
viento.
Que los muertos que han luchado,
Han dejado más que un recuerdo,
Que los sueños que nos han contado,
Son más que un lejano lamento.
lunes, 5 de agosto de 2013
EL COLLAR VERDE
Aquella otra personalidad iba a acabar
con él. Era un hombre frío, descuidado, no le importaba ningún
detalle, simplemente hacía lo que le parecía en el momento en que
le parecía. ¿Una mujer intentaba hablarle en alguna conferencia?
“¿Por qué no cierra el pico? ¿Es tan complicado?”. Era frío.
Aquella palabra es muy utilizada para describir a mucha gente, pero
con él si que era cierto. Frío. Sus palabras calaban los huesos y
derretían el alma. Hacía que se sintiera uno muerto
La mujer estalló en llanto y salió
corriendo por el corredor gritando “No me hable! No me hable!”
“Pensé que eso era lo que quería hacía más de media hora”.
Suspiró el viejo.
Y se dedicaba a eso, a trabajar con lo
más frío que existe, los metales. Los moldeaba, los tallaba, allí
si que era todo lo que no era en los demás aspectos de la vida. Le
dedicaba mil horas a un solo detalle que el ojo humano apenas podría
percibir. Tardaba meses enteros en aquellas bolitas que alguna mujer
apenas iba a notar en el respaldo de un carísimo collar.
Cuando se encerraba en su estudio se
hacía más huraño, más grosero, se notaba incluso en su modo de
caminar, descuidado como si ni si quiera le importara dónde iba.
Tropezaba a menudo con las cosas que caían al piso con gran
estruendo, incluso haciéndole daño y parecía que no fuera con él.
En fin, el mundo no le importaba.
Su esposa tampoco, sus hijos estaban ya
mayorcitos y aunque cuando empezó el cambio se preocuparon, terminaron por dejar el tema a un lado. De un momento a otro la
familia era reconocida, eran multimillonarios, todo gracias al
trabajo de su padre. Ya no vivían con él así que no tenían que
aguantar su extraña nueva personalidad. Aquella “otra
personalidad” de la que tanto hablaba su esposa. Esa era su teoría,
quizás para hacer que los días fueran minimamente soportables. Y
además tenía sentido.
Aquel hombre cálido y amable que
alguna vez existió desapareció cuando empezó a hacer el primer
collar “especial”. Una obra de arte completa, en la que tardó
mucho tiempo. Todos notaron el cambio inmediatamente pero pensaron
que era debido al estrés que le producían tantas deudas económicas.
El collar se vendió en un tiempo récord y exactamente un día
después empezó la “Fiebre por el metal cálido”. Lo especial
que tenía aquel collar, esa, su primera obra de arte era que
despedía calor propio. Fascinadas, todas las mujeres querían tener
aquello, incluso sentían ansias por conocer a su creador. Varios
asesores y hombres de negocios vieron allí la gallina de los huevos de oro.
Ocultaban al verdadero creador y lo suplantaban por un hombre joven y
apuesto al que las señoritas podían conocer por un “módico”
precio, de allí un porcentaje iba para el creador de collares y su
familia con tal de que permaneciera con el pico cerrado. A la primera
mujer que compró su obra de arte le dieron una escandalosa suma de
dinero para que también mantuviera el pico cerrado. Fue ella la que
persiguió al talentoso joyero por cielo y tierra hasta dar con él,
para luego arrepentirse en el acto. Una sola palabra hacía ella y el
calor que emanaba su lujoso collar desapareció al instante. “¡No
me hable, no me hable!” Era insoportable no sentir aquella
presencia a la que tanto se había acostumbrado.
Algún día su esposa se lo dijo “Esta
otra personalidad te va a matar, estás dejando que tu ser se
entierre atrapado en unas joyas que lo único que nos han dado ha
sido dinero, pero nada de felicidad” él la miró con franqueza y
en el acto más cálido que había tenido en muchísimo tiempo le
pidió “Solo haré una joya más, solo una más y todo esto habrá
terminado”.
Empezó a trabajar el doble del tiempo
de lo normal, había hecho cuantiosas inversiones con las cuales
podía vivir sin entregar más encargos, además todo el mundo estaba
ansioso por ver su nuevo y último trabajo. Pero tuvieron que esperar
un año, dos años...
La esposa algún día no lo soportó
más, el ambiente en la casa era frío, completamente frío. Hacía
tiempos que no dormían juntos, el frío que despedía el hombre era
tal que había estado a punto de sufrir hipotermia por solo pasar una
noche junto a él en la cama. La esperanza se le derretía y los
celos la empezaron a consumir. Cada una de aquellas mujeres que tenía
una joya de él tenían una parte de su antiguo esposo y ella tenía
solo el dinero que él producía, nada más. Le anunció que se iba
mientras estaba en el estudio, él ni se inmutó, no le pidió nada,
no le dijo nada, ni la miró. Nada. Su mirada clavada en su última
obra de arte.
Pasó solo un año antes de que
encontraran el cuerpo de la mujer abandonado en un edificio
horripilante en el peor sector de la ciudad. El teléfono sonó en la
casa y el hombre fue a contestar “Su esposa ha muerto, señor....”
“Lo único que pido es que no la cremen, ella no quería eso, denle santa sepultura y por favor, no dejen que su cuerpo se pudra antes de
que pueda ir a verla, en tres días” “Señor, lo que usted pide
es...”Colgó el teléfono, una sonrisa se dibujó en su rostro “Al
fin voy a acabar con esta, mi última obra de arte”.
Tres noches después salió de su
oscuro y frío refugio, hacía mucho no lo hacía así que al
principió se desconcertó. Tenía claro en qué cementerio se
encontraba enterrada su mujer así que se dirigió hasta allí. Al
fin llegó, tomando pocas precauciones empezó a desenterrar, llegó
al ataúd después de varias horas en las que con la misma paciencia
que tenía para trabajar el metal había cavado. Lo abrió de un
solo golpe. El cuerpo estaba repleto de gusanos, pero eso no era
problema. Sacó el collar, un collar con diamante verde que hubiera
hecho perder la cabeza a la mujer más exigente o a la que menos le
importase, un collar con vida propia, con luz propia, con calor
propio.
Los dos salieron del cementerio por la
puerta principal, ante la atónita mirada del portero, tomados de la
mano, con una sonrisa que hacía años ninguno de los dos tenía y
con aquella, su última obra de arte, reposando en el pecho frío de
su esposa muerta.
domingo, 30 de junio de 2013
ESCAPAR CONTIGO
Miro hasta el fondo
Y me pregunto por qué,
Y no la encuentro,
La razón que tu no ves.
Escúchate,
Aquella sonrisa que no es,
Siénteme,
Tan cerca que olvides las dudas de ayer.
Quiero escapar contigo,
Quiero olvidar el frío,
Y lucharé por esto
No importa si no comprendo.
Aquellos monstruos en la oscuridad,
Ilusiones, fantasmas me quieren atormentar,
Solo hace falta encender la luz
Y alzarnos fuerte hasta el sol.
Quiero escapar contigo,
Quiero olvidar el frío,
Y juntos nos alzaremos,
Los miedos en verdad son chicos.
Miro hacía adentro
Y hay algo claro,
Y lo siento fuerte,
Este amor que nunca muere.
Me pregunto quien es
El enemigo que debo enfrentar,
Pero sé que no importa,
Mientras la voluntad sigue en pie.
Quiero escapar contigo,
Donde no haya frio.
Y me pregunto por qué,
Y no la encuentro,
La razón que tu no ves.
Escúchate,
Aquella sonrisa que no es,
Siénteme,
Tan cerca que olvides las dudas de ayer.
Quiero escapar contigo,
Quiero olvidar el frío,
Y lucharé por esto
No importa si no comprendo.
Aquellos monstruos en la oscuridad,
Ilusiones, fantasmas me quieren atormentar,
Solo hace falta encender la luz
Y alzarnos fuerte hasta el sol.
Quiero escapar contigo,
Quiero olvidar el frío,
Y juntos nos alzaremos,
Los miedos en verdad son chicos.
Miro hacía adentro
Y hay algo claro,
Y lo siento fuerte,
Este amor que nunca muere.
Me pregunto quien es
El enemigo que debo enfrentar,
Pero sé que no importa,
Mientras la voluntad sigue en pie.
Quiero escapar contigo,
Donde no haya frio.
jueves, 20 de junio de 2013
TEN CUIDADO DE MI
Ten cuidado de mí,
Pues soy un gran actor
De esos que miran al infinito,
Y en el fondo una sonrisa atroz.
Confundo los grises
Con un “no me mires”,
Y mientras abrazo,
Un beso a escondidas disparo.
En una situación soy uno,
Y tengo la facultad de sentir,
Al girar he cambiado
Y la sonrisa llega a su fin.
viernes, 14 de junio de 2013
EL UMBRAL
No es la primera vez que llego hasta el umbral. Un cosquilleo en el hombro, miro atrás. El pasado,
aquel extraño compañero. Un amigo imaginario que no deja de atormentarme, sí, todos
tenemos mucho de esquizofrénicos. ¿Acaso
el pasado existe?, Si ya se fue, si ya no está, ¿Acaso alguna vez estuvo? Una distorsión
cerebral, no hay más. Miro atrás.
Luego llega la razón. Me acerqué
hasta esta puerta, es cierto ¿Por qué? ¿Acaso llegué y miré atrás y por eso me
detuve en el umbral? No, al contrario. Llegué mirando atrás y solo en el umbral
me detuve a contemplarla. Sus extrañas bisagras, sus formas circulares. Es
extraño como esta puerta me muestra cosas que nunca vi cuando alguna vez estuve
en el interior. ¿La fachada me debería importar?
Pero la puerta no es lo que me
detiene, tal vez alguna vez lo hizo, no hace mucho. Bueno, no hace mucho que
pasó todo lo que generó este embrollo. Ahora no, la puerta no me detiene. Sería
ridículo, infantil, ¿Acaso no conocí más y mejor cuando estuve en el interior?
¿Qué importa el color de la puerta si dentro el ambiente es agradable? No, no,
la puerta no me detiene en el umbral. Lo que me detiene es mirar al interior,
mirar otra vez. Es el futuro, nuestro otro amigo imaginario. Allí parado,
sonriendo. Me encantaría entrar.
¿Entonces, por qué no lo hago?
Tiene dos caras. Una promesa, una sonrisa.
Una promesa hija del pasado, una
sonrisa provocadora pero utópica. A lo mejor y nunca será, a lo mejor y se
quede en el mundo del jamás. El pasado me ata y la sonrisa me incita. Pero
piénsalo dos veces. ¿Acaso tanto dulce es bueno? ¿Acaso puedo mantener el
control?
Si no estoy dispuesto a todo,
mejor no me acerco demasiado. Eso pienso. Las piernas flaquean, respiro,
suspiro. Escribo. Doy media vuelta, un paso atrás. Nunca hago prisioneros, por
eso digo adiós a los que se van. Que extrañas lealtades con las que estoy compartiendo
intimidades. No traspaso el umbral, pero
dejo mi marca en la puerta que no quise atravesar.
miércoles, 12 de junio de 2013
MIRANDO EL CIELO
De manera silenciosa,
Ocurren las grandes coincidencias,
Aquellas que no existen, aquellas en las que no creo.
La complicidad del silencio,
Mientras ambos miramos el cielo,
Una sonrisa y los alientos se enlazan.
Lo que llega sin buscarse,
Sorprende lo que encontraste.
Y el tiempo pasará y algún día quizás
La luna nos muestre el camino para volvernos a encontrar.
Y el tiempo pasará y el viento soplará,
Trayendo las brumas que separen los hilos de nuestros destinos.
Quien lo podría decir, yo solo digo que ruede la fortuna.
Hay magia en el jamás,
Hay magia en el quizás,
Hay magia en tu mirada,
En el calor de tu cuerpo al pasar.
Y me río en silencio
Y miro el cielo,
Y me pregunto
Si en dónde estés mi recuerdo te inunda,
Te ronda, te persigue
O si simplemente lo devolviste al mar.
Y miro el cielo, el mismo bajo el que tu estás.
Y me río en silencio de la magia del jamás
Que sueña en el quizás.
Ocurren las grandes coincidencias,
Aquellas que no existen, aquellas en las que no creo.
La complicidad del silencio,
Mientras ambos miramos el cielo,
Una sonrisa y los alientos se enlazan.
Lo que llega sin buscarse,
Sorprende lo que encontraste.
Y el tiempo pasará y algún día quizás
La luna nos muestre el camino para volvernos a encontrar.
Y el tiempo pasará y el viento soplará,
Trayendo las brumas que separen los hilos de nuestros destinos.
Quien lo podría decir, yo solo digo que ruede la fortuna.
Hay magia en el jamás,
Hay magia en el quizás,
Hay magia en tu mirada,
En el calor de tu cuerpo al pasar.
Y me río en silencio
Y miro el cielo,
Y me pregunto
Si en dónde estés mi recuerdo te inunda,
Te ronda, te persigue
O si simplemente lo devolviste al mar.
Y miro el cielo, el mismo bajo el que tu estás.
Y me río en silencio de la magia del jamás
Que sueña en el quizás.
lunes, 27 de mayo de 2013
PODRIDA RELIGIÓN
Las manos tendidas al cielo,
Rogando por clemencia,
En toda la ciudad,
En cualquier garaje encontrarás,
Las mentiras de ladrones,
Disfrazados de benefactores.
Doña Ester que nada tiene,
Fijo cada mes está,
Entregando su pensión
A las mentiras de un pastor.
Por unas moneditas,
Se consigue salvación,
Pero cheques siempre llegan,
A lo mejor les va
mejor.
De la Gran Ramera,
Cuantas hijas han nacido,
Aprendiendo sus discursos,
Para llegar a los bolsillos.
Hace cuanto resonaban
Enseñanzas de un hombre,
Que gritaba a los vientos:
El mercado no es templo,
Hoy su imagen se enaltece
Su pensamiento yace enterrado,
Entre el oro que han dejado,
Las guerras que tantas veces han creado.
Vende todo lo que tienes,
Dáselo a los pobres,
Ven, ven y sígueme,
Decía su señor,
Vende todo lo que tienes,
Entrégamelo, soy el que necesita,
Y a los pobres, sácales de mi mansión
Dicen ellos hoy.
Que gran negocio,
Jugar con los sentimientos,
De un pueblo que necesita amor,
Respeta las creencias,
Escucha lo que digan,
Pero sal a las carreras,
Si van detrás de tu cartera.
Porque no, no hay mejor negocio que la podrida religión,
Por unas moneditas ellos venden salvación,
Pero siempre llegan cheques,
Será que así les recibirán mejor,
Estafa que promete,
Primera clase en lujosa habitación
De la que nadie jamás regresó.
jueves, 2 de mayo de 2013
ANTE LA MUERTE PRIMERO
Sus venenos ya corrieron,
Dejando sus cadáveres en el suelo,
En medio de sus lágrimas,
Lo más preciado entregaron.
Ahogados en su tierra,
Ahogados en el agua,
Solo en el más allá se oyen
Los gritos de dolor
Ahogados en el agua,
Solo en el más allá se oyen
Los gritos de dolor
Victimas de su condición,
No permitieron su perdición.
Que mi sangre se arrodille,
Ante la muerte primero,
Que su majestad encadene
Lo que la muerte ya no devuelve,
Y si mis cadenas no puedo romper,
Las de mi hijo no crearé.
O mujer, digna negra y esclava,
Entregaste a tus hijos a la oscura melodía,
Para así liberarlos de la luz de tus días,
O mujer, digna negra y esclava,
Tantos hijos que se te fueron,
La esclavitud nunca es vida.
lunes, 22 de abril de 2013
LA FLOR EN LA PIEDRA DE LA MONTAÑA
Después de la larga
jornada siempre se encontraban. Cada uno se desocupaba de sus
respectivos oficios e inmediatamente como llamados con urgencia por
una voz que solo ellos oían, se dirigían con pasos torpes y
apresurados hacia su lugar de encuentro. Siempre en aquella colina
donde nadie los molestaría. Allí había una piedra gigante que en
el borde parecía tener talladas dos sillas. Allí se sentaban
siempre y después de un saludo más concentrado en sus ojos que en
sus labios, se disponían a mirar el atardecer.
Se habían conocido allí
tiempo atrás. Los dos tenían aquel lugar como refugio para cuando
las cosas iban mal. Y en algún punto de sus vidas, todo fue mal,
para ambos. Ella intentaba distraerse mientras se empeñaba con ardua
labor a la jardinería en la casa de su tía. Él desahogaba sus
penas golpeando los criminales, o supuestos criminales, que atrapaba
día a día en aquel trabajo de policía que nunca había deseado.
Después de una larga
enfermedad la madre de ella murió, dándole rienda suelta al dolor
contenido que había sufrido durante todas aquellas eternas semanas
en las que la incertidumbre era el único sentimiento que albergaba
su corazón. Ahora ella había muerto, ahora ya podía su corazón
llorar. Y por tanto visitó a altas horas de la noche aquella piedra
en la que le gustaba perderse. Sabia de antemano que era peligroso
para una joven caminar a esas horas de la noche por una colina poco o
nada transitada, pero aquello no le importaba en lo más mínimo en
ese momento. En cualquier caso la vida le había enseñado a los
golpes a defenderse por sí misma.
Él, luego de aquella
fatídica noche en la cuál se había salido de los cabales y había
asesinado a dos hombres, una mujer y un bebé había buscado una
escapatoria, había querido huir de la responsabilidad. Sabía que
habían sido cómplices todos los del batallón. Siempre le achacaba
la culpa a los demás, habían sido ellos y su ineptitud la que lo
habían llevado a tomar aquella drástica decisión. Todos eran una
partida de cobardes que no eran capaces de afrontar la
responsabilidad de sus actos y la habían descargado en él y su
sabida locura. “El pobre de Hernandez y sus ataques de locura
violenta...”. Aquello era lo que se rumoreaba entre las frías
celdas que todos los días tenían que vigilar. Después de aquel
incidente Hernandez fue otro, le había tomado una repulsión a la
violencia que ninguno creyó posible, definitivamente le había
tocado hondo asesinar a esas desconocidas y repugnantes personas,
pensaban todos. La verdad era que solo había una razón para aquel
cambio en el sádico policía. El remordimiento no es el que acaba
con las malas conductas y menos si estas están inspiradas en un
profundo odio, el amor... La respuesta estaba en aquella colina que
todos evitaban por considerarla mitad sagrada mitad maldita. En los
ojos que veían las estrellas aquella noche, en las lágrimas que no
dejaban de salir de ellos.
Era mucho lo que se
hablaba de La Colina Oscura en todo el pueblo. Decían que allí los
indios subían a rendir tributo a sus falsas deidades y hacían una
gran cantidad de sangrientos rituales., indios, como los que él
había matado. La gente no se acercaba al sitio pues creían que los
demonios que los indios creían dioses aún habitaban allí y podían
hacerles daño o enfermarlos. Por otro lado, alguna vez una vieja
loca había dicho ver a la virgen sentada en la gran piedra. Algunos
pocos le creyeron aún sabiendo que desde abajo no se veía dicha
piedra, por tanto otro tanto creía que la piedra era sagrada por la
aparición de la santísima, por esto mismo no se acercaban tampoco.
Otros ni creían lo uno, ni creían lo otro, ni sabían si en verdad
allí arriba había una piedra gigante con orificios profundos en su
lomo, pero no pretendían perder el tiempo en subir a aquella colina.
En últimas nadie subía a la colina, solo unos cuantos valentones
que apostaban borrachos con sus amigos, y aquellos eran pocos, además
nunca alcanzaban la cima, ya fuera por el miedo, la borrachera o por
devolver la broma, solían bajar con cara de aterrados diciendo que
habían visto algún demonio que casi los come vivos.
Hernandez no era
originario de aquel horrible pueblo, aunque hubiese vivido allí por
muchos años, así que nunca tuvo el temor que todos los demás
habitantes tenían por la tonta colina. Había subido allí algunas
veces, cuando quería despejarse. Solo él y su botella de anís.
Aquella bebida lo hacía recordar su tierra natal, tan lejana ahora.
Pero esta vez fue diferente, por la premura de huir lejos de aquellas
miradas horrorizadas de sus compañeros y de aquellos cuerpos morenos
inertes y sin vida, no había ido hasta donde guardaba el alcohol y
había subido directo a la montaña. Subía temblando, trabajosamente
pues para añadir dificultad la lluvia había convertido el camino en
un barrial difícil de sortear. En muchos momentos tuvo que subir
apoyado en cuatro.
Por su parte a Rosa, como
todos la llamaban sin saber su verdadero nombre, siempre le habían
preocupado más sus flores que lo que todo el mundo andaba diciendo.
Por otro lado su abuela cuando era muy pequeña le había dicho en
secreto la verdad sobre aquella Colina, que no estaba maldita, que no
había nada que temer y que en alguna época habían expandido mil
rumores acerca de ella pues en la gran piedra, oculto entre sus
agujeros había oro por montones, así que no convenía que
cualquiera subiera a adueñarse de la riqueza que querían unos
cuantos. Unos cuantos, por cierto, que ya ni siquiera se encontraban
en el pueblo, sino muy lejos, a lo mejor, al otro lado del mar.
Así que cuando su madre
cayó enferma Rosa subió por primera vez a la Colina, intentando que
nadie la viera. Allí llegó y le pidió a los dioses de su abuela
que curaran a su madre, que le devolvieran la vida. No hubo más
respuesta que el sonido amenazador del viento y la caída lenta pero
constante del sol. Sin saber por qué aquello la llenaba de paz,
aunque esta durara hasta que bajara de la colina oculta por las
sombras, lo había seguido repitiendo a menudo.
Mientras Hernandez subía
resbalaba a menudo, estaba temblando por la conmoción y no había
luz que guiara sus pasos. Estaba pensando en que lo mejor sería
volver y esconderse en otro lugar donde nadie le molestara... cuando
la escuchó. Escuchó unos sollozos más arriba. Por un
momento estuvo a punto de tumbarse pendiente abajo. Empezó a temblar
con más violencia y esta vez era por el miedo... Extrañó con
fuerza su botella de anís, pues esta era la que le daba valentía
cuando una parte de su ser se estremecía de pensar en que los
rumores podían ser ciertos. Resbaló profiriendo una maldición.
-¿Quien anda ahí?- Era
una voz dulce repleta de amargura. Era la voz de una mujer, y de una
mujer joven definitivamente. Hernandez recobró la compostura y
recuperó rápidamente al cordura. No habia allí ningún demonio,
sino una mujer que utilizaba su mismo escondite. Armado de valor por
saber que se trataba de una mujer y por tanto de alguien que no podía
hacerle daño respondió: - Soy policía. ¿Qué puede estar haciendo
una mujer sola a esta hora de la noche en la Colina Maldita?.
A Rosa nada le importaba
ya, estaba desconsolada así que respondió:
-Llorando la muerte de su
madre.
Un pesado silencio se
puso entre los dos, mientras el policía acortaba la distancia que
los separaba con esfuerzo.
-Lo siento- Fue lo único
que pudo decir. Y en verdad no lo sentía, había visto a muchas
personas morir, incluso bajo sus manos como para que la muerte de la
madre de una cualquiera desconocida lo acongojara en lo más mínimo.
-¿Y qué haces tu aquí?
- Le sorprendió la pregunta, por lo osada.
-No te tengo que dar
explicaciones, me gusta aquí, no me da miedo. - Respondió con
cierta sequedad.
Mientras terminaba de
hablar logro alcanzar la cima de la Colina y se detuvo a mirar a la
joven. Estaba de espaldas y tenía el cabello negro y liso hasta más
abajo de la mitad de la espalda, casi rosandole la cadera, era baja
de estatura y parecía tener una pequeña joroba que la hacía ver
más diminuta. Tenía un vestido blanco que reflejaba la poca luz que
había en el ambiente reflejado una tímida luna menguante y un cielo
con pocas estrellas por la nubosidad. Su cuerpo se convulsionaba un
poco dejando adivinar sus sollozos y se disponía a subir por aquella
piedra gigante. Él no la detuvo y no dijo nada más, se quedó
observándola maravillado sin saber muy bien por qué. Vio como subía
con agilidad, a pesar de la superficie mojada y la ropa poco propicia
que llevaba. En menos de un minuto ya se encontraba en la cima, desde
abajo solo veía la sombra de su silueta, pero adivinó que lo miraba
desde arriba como esperando que subiera o se marchara
definitivamente. Después de pensarlo un poco decidió que la
presencia de una mujer no iba a impedir que subiera a la piedra, esta
ejercía cierta atracción sobre él y le daba un momento de paz y
aquella noche la necesitaba con desesperación.
Ella le esperó arriba y
dejó que subiera, tomó su puesto usual en silencio mientras él se
sentaba a su lado donde también había unos orificios que daban la
forma perfecta para sentarse. Los dos en silencio lloraron sus penas.
Cunado parecía que no les quedaban más lágrimas ni sollozos se
detuvieron. Entonces fueron conscientes de la presencia del otro.
Ella pensó en preguntarle por qué lloraba pero cuando volvió la
vista hacia el como atraídos por un imán se abrazaron. Se abrazaron
y volvieron a llorar, amargamente pero esta ves pensando y sintiendo
solo la presencia del otro. Al final todo terminó en un sentimiento
de paz para los dos, mucho más grande que el que habían sentido
jamás desde que subían a aquella piedra. Por la mente de Hernandez
en otra situación habrían pasado ciertos pensamientos eróticos, o
al menos hubiese intentado contemplar mejor el cuerpo y el rostro de
su desconocida acompañante, pero por el contrario se limitó a
buscar su mano besarle y agradecerle por su simple existencia, llorar
en su hombro un poco más y preguntarle el nombre. Ella lo pensó dos
veces empezó a decir algo, pero luego calló y dijo simplemente:
“Rosa”.
Se despidieron sin
palabras, cogidos de la mano bajaron la piedra y la colina. Se
miraron simplemente con intensidad, dieron media vuelta y corrieron
envueltos en sombras deseando que nadie los hubiera visto.
El día siguiente ambos
creyeron haber presenciado una extraña pero hermosa alucinación en
la colina. Hernandez fue a las celdas a hacer su turno desde seis de
la mañana hasta las cinco de la tarde. Luego volvería a las ocho y
hasta la una tendría el revelo. Rosa, por su parte se vio obligada a
hacer los preparativos para el velorio y entierro de su madre. Los
dos no veían la hora de poder desocuparse para volver a la Colina y
buscar a su acompañante de la noche anterior.
La hora pactada en
silencio llegó. Los dos subieron y allí se encontraron. El
sentimiento de los dos al verse fue tan natural como si se hubiesen
puesto una cita. Se miraron intensamente y con un amor inexplicable
por lo rápido y lo grande de por medio. Subieron la piedra y luego
de contemplarse largamente ellos, dirigieron la mirada al sol mirando
el atardecer.
Con pocas palabras, así
fue la relación que empezaron desde entonces. Aún así eran el
escape de sus largas jornadas de trabajo, en las cuales los
perseguían sus fantasmas. A Hernandez el de los asesinatos, a Rosa
el recuerdo que nunca desaparecía de su madre.
Su relación se consumó
tan rápido como prende un fósforo. Tan rápido como se tomaron
cariño, se quisieron luego. Tan rápido se amaron como se dieron los
primeros besos. Y con esa misma vertiginosa rapidez llegó el sexo.
No se preguntaron nunca muchas cosas el uno al otro, simplemente se
veían allí, todos los días antes del atardecer para volver
rodeados de sombras, con un sentimiento de alegría inexplicable en
el corazón.
Todo parecía ir
propiciamente pero poco a poco, en el corazón de Rosa el amor
empezaba a marchitarse. Tan rápido como había florecido en su
interior, parecía que algo la estaba acabando. Todos los días eran
iguales y la jornada para ella no era ya el trabajo en el jardín,
era ahora ver al Policía que llamaba Juan. Por eso, una tarde no fue
a su encuentro.
Solitario, hasta pasada
la noche se quedó Hernandez esperando a su amada que no llegó.
Aunque se preocupó e intuyo algo, siguió aplicando la norma que tan
bien había funcionado en su relación: más miradas y menos
palabras.
Sin embargo, la próxima
vez que se vieron le pidió una explicación a Rosa. Ella le eludió
diciendo que había tenido responsabilidades que atender. Pero allí
fue el punto de inflexión. Ahora en su relación las miradas no
reinaban, lo hacían las palabras, los besos y los abrazos en los
cuales se sumergían con insospechada pasión rara vez aparecían.
Las sonrisas eran opacas, las risas llegaban ahogadas y las antiguas
carcajadas espontáneas en medio de sus juegos amorosos ya nunca
llegaban. Un día el sexo no fue consuelo, un día fue solo eso,
sexo. Aquel día Rosa lo comprendió y decidió que al siguiente
hablaría con él. El joven también lo sintió y después de bajar y
tomar un desvío para engañar a Rosa decidió seguirla. Descubrió
por primera vez en dónde vivía. Supo que era mestiza, y a lo mejor
era hija en primera o segunda generación del error de algún criollo
que había dejado embarazada a una india. Su sangre hirvió. Se
devolvió al lugar de encuentro y allí guardó su revolver de
dotación, cargado con una única bala.
Rosa, mientras tanto
hacía mucho que sabía quien y qué había hecho Hernandez, en un
principio no le importó pero notaba cómo su estado de animo desde
entonces había cambiado. Lo había descubierto gracias a su tía.
Ella le había contado sobre unos indios vecinos de ella que habían
muerto a manos de un batallón luego de ser apresados. No había
necesitado saber más, sabía que Juan era policía pues él mismo se
lo había dicho antes si quiera de verla y sin que nada se lo dijera
tuvo la certeza de quien había sido el que había disparado el
gatillo que había cegado aquellas vidas. Tal vez se equivocara, pero
su abuela le había enseñado desde pequeña a confiar en su
intuición. Se alegró de no haberle dicho nunca su verdadero nombre
y de haber utilizado el que le habían conferido por la labor que
realizaba, para ganar cierta respeto en la sociedad en que vivía. Su
fisionomía le ayudaba, había heredado más rasgos de su abuelo que
de su abuela, así que pasaba muchas veces desapercibida su
ascendencia indígena. Pero algo ya se había roto en su relación,
así que tomó una de sus flores favoritas, de cuyo nombre a nuestros
días no han llegado más que susurros y mitos difusos. Y la guardó
entre su vestido antes de subir a la montaña donde todos los días
se daban cita. Llegó allí y luego de un saludo inusitadamente corto
y de subir a la piedra sin más preámbulos dijo:
-Ay es la monotonía lo
que ha matado esta relación. Es la costumbre, la maldita costumbre
la que ha marchitado mis sentimientos en mi corazón. Y tu pasado, tu
oscuro pasado.
-¿Eso crees?- Preguntó
él con calma.
-Sí, eso creo, de eso
estoy segura hoy. Me duele mucho hacer esto pero creo que será la
ultima vez que nos veamos.
-Más oscuro es tu
pasado. - Dijo él simplemente.
Rosa sintió un
escalofrío pues sus palabras dejaban entrever un odio profundo, o al
menos una repugnancia infinita.
-Dame entonces, un último
abrazo. - Dijo él sintiendo que aquella locura tan propia se
apoderaba de él y tomando lentamente el revolver que había ocultado
muy cerca de él al alcance de su mano.
Ella se puso de pie
dispuesta a abrazarlo, mientras la flor se deslizaba lentamente por
su vestido hasta alcanzar su mano. La tomó con cuidado pues aquel
tallo tenía un filo más peligroso que cualquier arma corto punzante conocida por
el hombre blanco. Le extendió los brazos mientras él se acercaba a
ella.
-Antes quiero que
conozcas mi nombre. - Dijo Rosa - Uba Hyeqa Gua. Flor, Piedra,
Montaña. Soy la flor que crece en la piedra de la montaña, nací
acá y acá he de morir, por eso no te temo, por eso me gusta aquí.
Él tembló de miedo en
sus brazos sintiendo su calor por última vez. Una sola bala la besó
por la espalda, le atravesó el corazón a ella y luego a él.
Mientras en su espalda aquella flor se enterraba y daba paso a la
consumación de la inmortalidad de Uba, la flor que crece en la
piedra de la montaña allí permanece, creciendo entre dos piedras
pequeñas puestas sobre el lomo de una piedra más grande, como si
fuesen dos guardianes, entrecruzadas dándose un eterno abrazo,
repleto de amor y odio por igual.
martes, 2 de abril de 2013
PREGUNTO
Me pregunto cuando miro al cielo
Si hay algún lugar donde lo bello aún
viva,
Donde la inteligencia no consista en
destruirle.
En medio del frío y del gris,
En medio de la nube de humo,
Grito al cielo preguntando si hay otro
lugar,
Donde la magia pueda tranquila pasear.
Será que en algún lugar, más allá
de la luz,
Más allá de la imaginación y de las
letras,
Habrá un mundo donde el verde pueda
existir.
Donde el cielo sea azul,
Donde pueda muy alto subir sin
necesidad de moverme un poco,
Tocar las estrellas, sentir su
inmensidad.
En algún mundo podría en la montaña
cantar y sonreír ante un amanecer desde la ciudad.
lunes, 4 de marzo de 2013
Y LA INDIFERENCIA
La mirada de los demonios
Que rien en silencio.
Los ángeles desde el infierno
me miran con detenimiento.
Atrapado,
Entre sus mentiras y mis culpas,
Consagrado,
A luchar por un reflejo en la pared.
Preguntas que vienen,
Las respuestas que nunca llegan,
Cuantos hombres caídos,
En medio de la batalla.
Y la indiferencia,
Aquella maldita plaga
Que vuela por el mundo
Que invade nuestras mentes
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