Algún día, en el lejano horizonte,
Vi tu silueta difusa, perdiéndose en el arcoíris,
En un atardecer profundo
Mientras mi corazón roto paraba de latir,
Mientras mis sueños corrían tras de ti,
Mientras mi voz marchaba susurrándote al oído,
Mis brazos te estrechaban con fuerza, te ataban a mí,
Mis piernas se aproximaban a tu andar, querían caminar,
Mis manos buscaban las tuyas para unirse en tu eternidad,
Mis ojos te perseguían, queriéndose clavar en tu mirada,
Mis labios buscaban los tuyos, pues sentían que morían de sed,
Mi vida se fue tras de ti, pero yo continué allí,
De pie mirándote marchar, dejándome atrás,
Muy atrás, sin poderte alcanzar,
Todo mi ser se fue contigo, todo lo que fui
Todo lo que algún día soñé, todo mi fuego marchó
Y aunque mi alma entera te rogó que no marcharas,
Aunque mi voz no lo dijese y fuese más una ilusión,
Tú lo escuchaste fuerte y claro cuando te dije:
“Marcha tranquila, estaré bien”
Aunque sé que sabías que no era verdad,
Aunque sabias que si marchabas caían incluso mis pies,
Fue la escusa propicia, para ser sincera con los dos,
Tu silueta ahora se difumina en un cielo hermoso
Que para mí solo representa dolor,
Tus labios no respondieron,
Retiraste mis brazos,
Ignoraste mis manos,
Olvidaste nuestro camino,
Evitaste mis ojos…
Me devolviste mi corazón
Y marchaste hacia el sol.
... Menos mal esto fue solo una pesadilla.
martes, 18 de mayo de 2010
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