Al igual que los escenarios y los personajes en medio de un
sueño, se desaparecían. Las caras cambiaban sin previo aviso, Tan solo dos
pasos atrás, un manto negro y de repente todo desaparecía. Ya estaba en otro
lugar. Y no, no estaba soñando.
Hablaba con Alfredo, que ya era Juan y venia llorando Marta,
pero ya abrazaba a Alea y todos los colores se volvían nítidos y sepia y
luego todo era blanco y negro. Quería despertar, pero estaba más despierto que
nunca. Sentía que moría, pero estaba más vivo que nunca. Las lágrimas
resbalaban por mis mejillas pero realmente no las sentía, lo peor apenas
vendría.
Por fin se acercó mi cama, iba custodiado y me ayudaban a
caminar como si fuese un anciano. De repente había envejecido varios años, no
era el todo consciente de quien me acompaña y solo escuché “Duerme”.
Me acosté y me quité los zapatos, seguí sollozando un rato
y luego volvió la pesadilla.
Un vacío en su pecho, un cuarto oscuro y un arma que sin previo aviso se disparaba; un túnel negro, ella cayendo. Todo al mismo tiempo, No corrió, no huyó, no se murió, solo cayó buscando su cuerpo, solo gritó, solo pidió ayuda, cerro los ojo y con unas cuantas lagrimas, empezó la pesadilla.
Un vacío en su pecho, un cuarto oscuro y un arma que sin previo aviso se disparaba; un túnel negro, ella cayendo. Todo al mismo tiempo, No corrió, no huyó, no se murió, solo cayó buscando su cuerpo, solo gritó, solo pidió ayuda, cerro los ojo y con unas cuantas lagrimas, empezó la pesadilla.
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