Aquel espacio vacío, entre el silencio y la palabra. Entre
la caricia y el beso. Entre el caminar y el correr. Ese espacio que a tantos
espanta pero sin el cual nadie podría vivir. Aquel intermedio, aquella nada que
permite el todo.
En medio de aquel extraño lugar, momento – o sea lo que sea –
me encuentro, como la sombra de un fantasma. Pues es en medio de la inexistencia
donde puedo vivir. Y es que, hablando francamente, no hay ningún otro lugar en
donde hacerlo.
En el lugar imposible es donde lo posible nace y se hace
real. La mutua existencia entre el caos y el equilibrio; la armonía tiene todo
el dominio.
Y lo que soy es tan indefinido como el lugar donde me
origino. Dónde las mismas posibilidades de ser algo se limitan a un punto
muerto.
Soy el silencio que necesita del sonido. Soy el espacio que
necesita de la continuidad. El punto seguido que necesitar de otro para no ser
final. Soy aquella negación que necesita de la afirmación.
Soy la mitad olvidada creadora del mundo
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