Llega la compañía,
Dales la bienvenida,
Ya empezó a dar mil vueltas,
Ya contó su inmensa tristeza.
Llegaron los invitados,
Dales a todos abrazos,
Permite que se presenten,
Nunca dejes que se molesten.
Inclúyelos en el baile,
Deja que se mezclen,
Que beban y que canten,
Que se pierdan y que mañana rematen.
¡Ya empezó la función, todos, todas atención por favor,
Que se escuche el silencio, que enmudezcan los estruendos,
Que se oculten las mascaras, que se muestren los rostros
Que se enciendan las luces, que se mantenga el misterio!
En la visión absoluta, se distingue una sombra difusa,
Detrás de un rostro se adivina una simple máscara,
En el silencio absoluto, tus oídos tienes que cerrar,
El telón se empieza a cerrar, los aplausos no se hacen esperar…
Y los espectadores, dominados por la magia empiezan a actuar,
Las máscaras se sientan y empiezan a observar:
Hacia el suelo todos miran,
Las estrellas infinitas,
Se cuentan al revés,
Es el banquete de la anorexia,
Es el baile de las estatuas,
Es el rostro de la máscara,
Es la mentira oculta en la verdad,
Es el cielo en el suelo,
Es el suelo del cielo,
Es la mente del sentimiento,
El corazón del cerebro,
El infarto de la mente,
La demencia de los huesos.
Los espectadores todos quietos,
Hacen que todo parezca temblar,
Los invitados juntos llegan,
Mostrándose en la oscuridad.
Los espectadores, de todos se escucha silencio,
Sus oídos mirando hacia el cielo,
Sus colores todos brillan,
El negro resplandeciente,
Aquel blanco tan opaco,
Un azul que parece rosado,
El verde que se confunde con morado.
Hombres y mujeres,
A cualquiera te puedes acercar,
Qué esperas para poder preguntar,
Empieza por responderles,
A sus preguntas de silencio,
Empieza por escuchar,
Las palabras de sus ojos,
Empieza por buscar,
La sonrisa de su tristeza,
La máscara que hay en sus rostros.
Empiezan la danza, aquellas silenciosas estatuas,
Mientras deciden el próximo movimiento,
Los actores los observan con cautela,
Son dos historias y dos sentimientos,
El mundo aquí esta al revés,
No lloran, no ríen….
Todos callan, ninguno grita,
Valla locura, ningún salto por realizar,
Valla, si que están locos… todos quietos y en silencio
Y valla, los actores están mirando, aquel gran show,
A muchos hombres y mujeres sentados callados y mirando,
Mientras las mascaras danzan, bailan y cantan,
Los invitados callan,
Sus ojos brillan,
Sus asientos se reclinan,
Parecen estatuas, ¡Qué gran muestra de demencia!,
Sentados en sus asientos esperando el final de la conversación,
El telón se cierra y empiezan a aplaudir… sin ningún sentido
.
Una máscara no lo lograba comprender,
No entendía porque se quedaban allí quietos,
Callados y mirando, entonces decidió seguir a un personaje de estos,
El hombre salió y se transformo de nuevo en un ser normal,
Se movía como todos los demás, se quitó el rostro,
Tomo la máscara de conductor, acerco su coche hacia la taquilla,
Se puso ahora la máscara de pagador, decentemente agradeció,
Se quito su máscara, miro alrededor y a pesar de la soledad, se puso una máscara más,
Llego a su casa, con la máscara de padre feliz,
Abrió la puerta y sonrió ampliamente al saludar a sus hijos,
De un momento a otro se puso la máscara de buen esposo,
Disculpándose por la demora y explicando su demora, conto que había visto una obra,
Aquí de nuevo era un ser extraño, pues para el actor que lo siguió,
El actor miraba al espectador y a varios cientos más, todos callados,
Contemplando. Con silencio en sus labios, sin máscaras en sus rostros
Y entonces comprendió… Los espectadores fuera del teatro vivían con máscaras,
Pero dentro se las quitaban y mostraban su rostro al desnudo,
Solamente haciendo silencio como estatuas sin sentido… él, el actor,
Era diferente pues nunca tenía máscaras, solo se ponía una cada vez que subía el telón.
lunes, 22 de marzo de 2010
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