Si convirtiéramos cada una de las promesas que me has hecho
y no has cumplido, en piedras gigantes y construyéramos un enorme edificio,
seguro alcanzaría el cielo, pasaría las nubes y acariciaría la luna, y así nos daríamos
una idea del tamaño del cariño que yo a ti te tengo.
Si convirtiéramos en sonidos cada uno de tus largos
silencios y los interpretáramos con instrumentos, seguro tendría una larga sinfonía
para dedicarte.
Si cambiáramos tus mentiras por dulces caricias, y me las
entregaras como las primeras, con tal sutileza, seguro me hostigaría.
Pero si transformaramos lo que de ti tanto me molesta y lo convirtiéramos
en lo que de ti tanto he esperado, seguro en ese mismo momento de mi mente desaparecerías.
Por eso me quedo enterrado en tus promesas, como si fueran
piedras, escucho tus silencios como si fueran un concierto, siento tus mentiras posadas en mi piel, como
si fueran miel, y recito mis pensamientos con inusual valentía, como si fueran poesía.
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