Un llanto de mil soles,
Un llanto de mil lunas,
Por que con la invasión no basto
Para que siguiera sufriendo
El pueblo del sol.
Un llanto por mil siglos
Un llanto de mil años
Por que con la conquista no basto
Para que se siguiera culturizando
El pueblo indígena.
Y hoy en un grito se unen
Luchando hasta el final
Y hoy las balas los aturden
Y los mandatarios los aluden.
Y la cultura se pierde
Y los hijos del sol
Hoy son hijos del concreto
De la ciudad y del consumo.
Del frió humo,
En vez de la nube blanca,
De la sucia droga
En vez de la hermosa planta.
Y viven en un juego que no es el suyo
Y mueren en un juego que es el nuestro
Y lloro hoy por ellos, que soy yo
Y lloro por estos hijos del sol
Que solo encuentran dolor
Y solo encuentran frió cemento.
Se les llama ignorantes,
Y el indio es un insulto,
Por que todo empezó cuando el sol salio
Y un barco lo contamino
Por que todo comenzó hace mil soles
Hace mil lunas
Pero incluso hoy continua, de un modo diferente
Y su sangre se derrama
Sangre de los hijos del sol
Gritos callados
Vendas que ciegan
Y solo continuamos
Y la conquista continua
Y la invasión aun no termina.
domingo, 26 de octubre de 2008
Television
Opresión, impuesta por le mismo pueblo
De un hombre en lo alto
Con cadenas del mismo pueblo
Y la gente piensa y actúa según su mandato
Impuesto por el mismo pueblo.
Un solo hombre en el poder,
Muchas mentes en el poder
El mandato del pueblo por
El mandato del dinero,
Por el mandato de los medios.
Apagalo,
No te dejes llevar,
Televisión
Gran televisión,
Te tiene bajo control.
Apagalo,
No te dejes llevar
Televisión
Gran televisión
Te tiene bajo control.
Y domina tu mundo
Y domina mi mundo
Y domina el mundo.
Y domina mis sueños
Y domina tus sueños
Y domina nuestros sueños
Solo le interesa lo que pueda vender,
Lo que pueda comparar lo que pueda callar.
Apagalo,
No te dejes llevar,
Televisión
Gran televisión,
Te tiene bajo control.
Apagalo,
No te dejes llevar
Televisión
Gran televisión
Te tiene bajo control.
Gran televisión.
Tecnología de hoy,
Cada día mejor
De un hombre en lo alto
Con cadenas del mismo pueblo
Y la gente piensa y actúa según su mandato
Impuesto por el mismo pueblo.
Un solo hombre en el poder,
Muchas mentes en el poder
El mandato del pueblo por
El mandato del dinero,
Por el mandato de los medios.
Apagalo,
No te dejes llevar,
Televisión
Gran televisión,
Te tiene bajo control.
Apagalo,
No te dejes llevar
Televisión
Gran televisión
Te tiene bajo control.
Y domina tu mundo
Y domina mi mundo
Y domina el mundo.
Y domina mis sueños
Y domina tus sueños
Y domina nuestros sueños
Solo le interesa lo que pueda vender,
Lo que pueda comparar lo que pueda callar.
Apagalo,
No te dejes llevar,
Televisión
Gran televisión,
Te tiene bajo control.
Apagalo,
No te dejes llevar
Televisión
Gran televisión
Te tiene bajo control.
Gran televisión.
Tecnología de hoy,
Cada día mejor
EL IMPERIO DEL CONSUMO
Aqui les dejo un escrito de Eduardo Galeano, escritor Uruguayo.
La explosión del consumo en el mundo actual mete más ruido que todas las guerras y arma más alboroto que todos los carnavales. Como dice un viejo proverbio turco, quien bebe a cuenta, se emborracha el doble. La parranda aturde y nubla la mirada; esta gran borrachera universal parece no tener límites en el tiempo ni en el espacio. Pero la cultura de consumo suena mucho, como el tambor, porque está vacía; y a la hora de la verdad, cuando el estrépito cesa y se acaba la fiesta, el borracho despierta, solo, acompañado por su sombra y por los platos rotos que debe pagar. La expansión de la demanda choca con las fronteras que le impone el mismo sistema que la genera. El sistema necesita mercados cada vez más abiertos y más amplios, como los pulmones necesitan el aire, y a la vez necesita que anden por los suelos, como andan, los precios de las materias primas y de la fuerza humana de trabajo. El sistema habla en nombre de todos, a todos dirige sus imperiosas órdenes de consumo, entre todos difunde la fiebre compradora; pero ni modo: para casi todos esta aventura comienza y termina en la pantalla del televisor. La mayoría, que se endeuda para tener cosas, termina teniendo nada más que deudas para pagar deudas que generan nuevas deudas, y acaba consumiendo fantasías que a veces materializa delinquiendo.
El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos. Dime cuánto consumes y te diré cuánto vales. Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos, las flores están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En la fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar. Este modo de vida no es muy bueno para la gente, pero es muy bueno para la industria farmacéutica. EEUU consume la mitad de los sedantes, ansiolíticos y demás drogas químicas que se venden legalmente en el mundo, y más de la mitad de las drogas prohibidas que se venden ilegalmente, lo que no es moco de pavo si se tiene en cuenta que EEUU apenas suma el cinco por ciento de la población mundial.
«Gente infeliz, la que vive comparándose», lamenta una mujer en el barrio del Buceo, en Montevideo. El dolor de ya no ser, que otrora cantara el tango, ha dejado paso a la vergüenza de no tener. Un hombre pobre es un pobre hombre. «Cuando no tenés nada, pensás que no valés nada», dice un muchacho en el barrio Villa Fiorito, de Buenos Aires. Y otro comprueba, en la ciudad dominicana de San Francisco de Macorís: «Mis hermanos trabajan para las marcas. Viven comprando etiquetas, y viven sudando la gota gorda para pagar las cuotas».
Invisible violencia del mercado: la diversidad es enemiga de la rentabilidad, y la uniformidad manda. La producción en serie, en escala gigantesca, impone en todas partes sus obligatorias pautas de consumo. Esta dictadura de la uniformización obligatoria es más devastadora que cualquier dictadura del partido único: impone, en el mundo entero, un modo de vida que reproduce a los seres humanos como fotocopias del consumidor ejemplar.
El consumidor ejemplar es el hombre quieto. Esta civilización, que confunde la cantidad con la calidad, confunde la gordura con la buena alimentación. Según la revista científica The Lancet, en la última década la «obesidad severa» ha crecido casi un 30 % entre la población joven de los países más desarrollados. Entre los niños norteamericanos, la obesidad aumentó en un 40% en los últimos dieciséis años, según la investigación reciente del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Colorado. El país que inventó las comidas y bebidas light, los diet food y los alimentos fat free, tiene la mayor cantidad de gordos del mundo. El consumidor ejemplar sólo se baja del automóvil para trabajar y para mirar televisión. Sentado ante la pantalla chica, pasa cuatro horas diarias devorando comida de plástico.
Triunfa la basura disfrazada de comida: esta industria está conquistando los paladares del mundo y está haciendo trizas las tradiciones de la cocina local. Las costumbres del buen comer, que vienen de lejos, tienen, en algunos países, miles de años de refinamiento y diversidad, y son un patrimonio colectivo que de alguna manera está en los fogones de todos y no sólo en la mesa de los ricos. Esas tradiciones, esas señas de identidad cultural, esas fiestas de la vida, están siendo apabulladas, de manera fulminante, por la imposición del saber químico y único: la globalización de la hamburguesa, la dictadura de la fast food. La plastificación de la comida en escala mundial, obra de McDonald's, Burger King y otras fábricas, viola exitosamente el derecho a la autodeterminación de la cocina: sagrado derecho, porque en la boca tiene el alma una de sus puertas.
El campeonato mundial de fútbol del 98 nos confirmó, entre otras cosas, que la tarjeta MasterCard tonifica los músculos, que la Coca-Cola brinda eterna juventud y que el menú de McDonald's no puede faltar en la barriga de un buen atleta. El inmenso ejército de McDonald's dispara hamburguesas a las bocas de los niños y de los adultos en el planeta entero. El doble arco de esa M sirvió de estandarte, durante la reciente conquista de los países del Este de Europa. Las colas ante el McDonald's de Moscú, inaugurado en 1990 con bombos y platillos, simbolizaron la victoria de Occidente con tanta elocuencia como el desmoronamiento del Muro de Berlín.
Un signo de los tiempos: esta empresa, que encarna las virtudes del mundo libre, niega a sus empleados la libertad de afiliarse a ningún sindicato. McDonald's viola, así, un derecho legalmente consagrado en los muchos países donde opera. En 1997, algunos trabajadores, miembros de eso que la empresa llama la Macfamilia, intentaron sindicalizarse en un restorán de Montreal en Canadá: el restorán cerró. Pero en el 98, otros empleados e McDonald's, en una pequeña ciudad cercana a Vancouver, lograron esa conquista, digna de la Guía Guinness.
Las masas consumidoras reciben órdenes en un idioma universal: la publicidad ha logrado lo que el esperanto quiso y no pudo. Cualquiera entiende, en cualquier lugar, los mensajes que el televisor transmite. En el último cuarto de siglo, los gastos de publicidad se han duplicado en el mundo. Gracias a ellos, los niños pobres toman cada vez más Coca-Cola y cada vez menos leche, y el tiempo de ocio se va haciendo tiempo de consumo obligatorio. Tiempo libre, tiempo prisionero: las casas muy pobres no tienen cama, pero tienen televisor, y el televisor tiene la palabra. Comprado a plazos, ese animalito prueba la vocación democrática del progreso: a nadie escucha, pero habla para todos. Pobres y ricos conocen, así, las virtudes de los automóviles último modelo, y pobres y ricos se enteran de las ventajosas tasas de interés que tal o cual banco ofrece.
Los expertos saben convertir a las mercancías en mágicos conjuntos contra la soledad. Las cosas tienen atributos humanos: acarician, acompañan, comprenden, ayudan, el perfume te besa y el auto es el amigo que nunca falla. La cultura del consumo ha hecho de la soledad el más lucrativo de los mercados. Los agujeros del pecho se llenan atiborrándolos de cosas, o soñando con hacerlo. Y las cosas no solamente pueden abrazar: ellas también pueden ser símbolos de ascenso social, salvoconductos para atravesar las aduanas de la sociedad de clases, llaves que abren las puertas prohibidas. Cuanto más exclusivas, mejor: las cosas te eligen y te salvan del anonimato multitudinario. La publicidad no informa sobre el producto que vende, o rara vez lo hace. Eso es lo de menos. Su función primordial consiste en compensar frustraciones y alimentar fantasías: ¿En quién quiere usted convertirse comprando esta loción de afeitar?
El criminólogo Anthony Platt ha observado que los delitos de la calle no son solamente fruto de la pobreza extrema. También son fruto de la ética individualista. La obsesión social del éxito, dice Platt, incide decisivamente sobre la apropiación ilegal de las cosas. Yo siempre he escuchado decir que el dinero no produce la felicidad; pero cualquier televidente pobre tiene motivos de sobra para creer que el dinero produce algo tan parecido, que la diferencia es asunto de especialistas.
Según el historiador Eric Hobsbawm, el siglo XX puso fin a siete mil años de vida humana centrada en la agricultura desde que aparecieron los primeros cultivos, a fines del paleolítico. La población mundial se urbaniza, los campesinos se hacen ciudadanos. En América Latina tenemos campos sin nadie y enormes hormigueros urbanos: las mayores ciudades del mundo, y las más injustas. Expulsados por la agricultura moderna de exportación, y por la erosión de sus tierras, los campesinos invaden los suburbios. Ellos creen que Dios está en todas partes, pero por experiencia saben que atiene den las grandes urbes. Las ciudades prometen trabajo, prosperidad, un porvenir para los hijos. En los campos, los esperadores miran pasar la vida, y mueren bostezando; en las ciudades, la vida ocurre, y llama. Hacinados en tugurios, lo primero que descubren los recién llegados es que el trabajo falta y los brazos sobran, que nada es gratis y que los más caros artículos de lujo son el aire y el silencio.
Mientras nacía el siglo XIV, fray Giordano da Rivalto pronunció en Florencia un elogio de las ciudades. Dijo que las ciudades crecían «porque la gente tiene el gusto de juntarse». Juntarse, encontrarse. Ahora, ¿quién se encuentra con quién? ¿Se encuentra la esperanza con la realidad? El deseo, ¿se encuentra con el mundo? Y la gente, ¿se encuentra con la gente? Si las relaciones humanas han sido reducidas a relaciones entre cosas, ¿cuánta gente se encuentra con las cosas?
El mundo entero tiende a convertirse en una gran pantalla de televisión, donde las cosas se miran pero no se tocan. Las mercancías en oferta invaden y privatizan los espacios públicos. Las estaciones de autobuses y de trenes, que hasta hace poco eran espacios de encuentro entre personas, se están convirtiendo ahora en espacios de exhibición comercial.
El shopping center, o shopping mall, vidriera de todas las vidrieras, impone su presencia avasallante. Las multitudes acuden, en peregrinación, a este templo mayor de las misas del consumo. La mayoría de los devotos contempla, en éxtasis, las cosas que sus bolsillos no pueden pagar, mientras la minoría compradora se somete al bombardeo de la oferta incesante y extenuante. El gentío, que sube y baja por las escaleras mecánicas, viaja por el mundo: los maniquíes visten como en Milán o París y las máquinas suenan como en Chicago, y para ver y oír no es preciso pagar pasaje. Los turistas venidos de los pueblos del interior, o de las ciudades que aún no han merecido estas bendiciones de la felicidad moderna, posan para la foto, al pie de las marcas internacionales más famosas, como antes posaban al pie de la estatua del prócer en la plaza. Beatriz Solano ha observado que los habitantes de los barrios suburbanos acuden al center, al shopping center, como antes acudían al centro. El tradicional paseo del fin de semana al centro de la ciudad, tiende a ser sustituido por la excursión a estos centros urbanos. Lavados y planchados y peinados, vestidos con sus mejores galas, los visitantes vienen a una fiesta donde no son convidados, pero pueden ser mirones. Familias enteras emprenden el viaje en la cápsula espacial que recorre el universo del consumo, donde la estética del mercado ha diseñado un paisaje alucinante de modelos, marcas y etiquetas.
La cultura del consumo, cultura de lo efímero, condena todo al desuso mediático. Todo cambia al ritmo vertiginoso de la moda, puesta al servicio de la necesidad de vender. Las cosas envejecen en un parpadeo, para ser reemplazadas por otras cosas de vida fugaz. Hoy que lo único que permanece es la inseguridad, las mercancías, fabricadas para no durar, resultan tan volátiles como el capital que las financia y el trabajo que las genera. El dinero vuela a la velocidad de la luz: ayer estaba allá, hoy está aquí, mañana quién sabe, y todo trabajador es un desempleado en potencia. Paradójicamente, los shoppings centers, reinos de la fugacidad, ofrecen la más exitosa ilusión de seguridad. Ellos resisten fuera del tiempo, sin edad y sin raíz, sin noche y sin día y sin memoria, y existen fuera del espacio, más allá de las turbulencias de la peligrosa realidad del mundo.
Los dueños del mundo usan al mundo como si fuera descartable: una mercancía de vida efímera, que se agota como se agotan, a poco de nacer, las imágenes que dispara la ametralladora de la televisión y las modas y los ídolos que la publicidad lanza, sin tregua, al mercado. Pero, ¿a qué otro mundo vamos a mudarnos? ¿Estamos todos obligados a creernos el cuento de que Dios ha vendido el planeta unas cuantas empresas, porque estando de mal humor decidió privatizar el universo? La sociedad de consumo es una trampa cazabobos. Los que tienen la manija simulan ignorarlo, pero cualquiera que tenga ojos en la cara puede ver que la gran mayoría de la gente consume poco, poquito y nada necesariamente, para garantizar la existencia de la poca naturaleza que nos queda. La injusticia social no es un error a corregir, ni un defecto a superar: es una necesidad esencial. No hay naturaleza capaz de alimentar a un shopping center del tamaño del planeta.
Eduardo GALEANO
Montevideo, Uruguay
La explosión del consumo en el mundo actual mete más ruido que todas las guerras y arma más alboroto que todos los carnavales. Como dice un viejo proverbio turco, quien bebe a cuenta, se emborracha el doble. La parranda aturde y nubla la mirada; esta gran borrachera universal parece no tener límites en el tiempo ni en el espacio. Pero la cultura de consumo suena mucho, como el tambor, porque está vacía; y a la hora de la verdad, cuando el estrépito cesa y se acaba la fiesta, el borracho despierta, solo, acompañado por su sombra y por los platos rotos que debe pagar. La expansión de la demanda choca con las fronteras que le impone el mismo sistema que la genera. El sistema necesita mercados cada vez más abiertos y más amplios, como los pulmones necesitan el aire, y a la vez necesita que anden por los suelos, como andan, los precios de las materias primas y de la fuerza humana de trabajo. El sistema habla en nombre de todos, a todos dirige sus imperiosas órdenes de consumo, entre todos difunde la fiebre compradora; pero ni modo: para casi todos esta aventura comienza y termina en la pantalla del televisor. La mayoría, que se endeuda para tener cosas, termina teniendo nada más que deudas para pagar deudas que generan nuevas deudas, y acaba consumiendo fantasías que a veces materializa delinquiendo.
El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos. Dime cuánto consumes y te diré cuánto vales. Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos, las flores están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En la fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar. Este modo de vida no es muy bueno para la gente, pero es muy bueno para la industria farmacéutica. EEUU consume la mitad de los sedantes, ansiolíticos y demás drogas químicas que se venden legalmente en el mundo, y más de la mitad de las drogas prohibidas que se venden ilegalmente, lo que no es moco de pavo si se tiene en cuenta que EEUU apenas suma el cinco por ciento de la población mundial.
«Gente infeliz, la que vive comparándose», lamenta una mujer en el barrio del Buceo, en Montevideo. El dolor de ya no ser, que otrora cantara el tango, ha dejado paso a la vergüenza de no tener. Un hombre pobre es un pobre hombre. «Cuando no tenés nada, pensás que no valés nada», dice un muchacho en el barrio Villa Fiorito, de Buenos Aires. Y otro comprueba, en la ciudad dominicana de San Francisco de Macorís: «Mis hermanos trabajan para las marcas. Viven comprando etiquetas, y viven sudando la gota gorda para pagar las cuotas».
Invisible violencia del mercado: la diversidad es enemiga de la rentabilidad, y la uniformidad manda. La producción en serie, en escala gigantesca, impone en todas partes sus obligatorias pautas de consumo. Esta dictadura de la uniformización obligatoria es más devastadora que cualquier dictadura del partido único: impone, en el mundo entero, un modo de vida que reproduce a los seres humanos como fotocopias del consumidor ejemplar.
El consumidor ejemplar es el hombre quieto. Esta civilización, que confunde la cantidad con la calidad, confunde la gordura con la buena alimentación. Según la revista científica The Lancet, en la última década la «obesidad severa» ha crecido casi un 30 % entre la población joven de los países más desarrollados. Entre los niños norteamericanos, la obesidad aumentó en un 40% en los últimos dieciséis años, según la investigación reciente del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Colorado. El país que inventó las comidas y bebidas light, los diet food y los alimentos fat free, tiene la mayor cantidad de gordos del mundo. El consumidor ejemplar sólo se baja del automóvil para trabajar y para mirar televisión. Sentado ante la pantalla chica, pasa cuatro horas diarias devorando comida de plástico.
Triunfa la basura disfrazada de comida: esta industria está conquistando los paladares del mundo y está haciendo trizas las tradiciones de la cocina local. Las costumbres del buen comer, que vienen de lejos, tienen, en algunos países, miles de años de refinamiento y diversidad, y son un patrimonio colectivo que de alguna manera está en los fogones de todos y no sólo en la mesa de los ricos. Esas tradiciones, esas señas de identidad cultural, esas fiestas de la vida, están siendo apabulladas, de manera fulminante, por la imposición del saber químico y único: la globalización de la hamburguesa, la dictadura de la fast food. La plastificación de la comida en escala mundial, obra de McDonald's, Burger King y otras fábricas, viola exitosamente el derecho a la autodeterminación de la cocina: sagrado derecho, porque en la boca tiene el alma una de sus puertas.
El campeonato mundial de fútbol del 98 nos confirmó, entre otras cosas, que la tarjeta MasterCard tonifica los músculos, que la Coca-Cola brinda eterna juventud y que el menú de McDonald's no puede faltar en la barriga de un buen atleta. El inmenso ejército de McDonald's dispara hamburguesas a las bocas de los niños y de los adultos en el planeta entero. El doble arco de esa M sirvió de estandarte, durante la reciente conquista de los países del Este de Europa. Las colas ante el McDonald's de Moscú, inaugurado en 1990 con bombos y platillos, simbolizaron la victoria de Occidente con tanta elocuencia como el desmoronamiento del Muro de Berlín.
Un signo de los tiempos: esta empresa, que encarna las virtudes del mundo libre, niega a sus empleados la libertad de afiliarse a ningún sindicato. McDonald's viola, así, un derecho legalmente consagrado en los muchos países donde opera. En 1997, algunos trabajadores, miembros de eso que la empresa llama la Macfamilia, intentaron sindicalizarse en un restorán de Montreal en Canadá: el restorán cerró. Pero en el 98, otros empleados e McDonald's, en una pequeña ciudad cercana a Vancouver, lograron esa conquista, digna de la Guía Guinness.
Las masas consumidoras reciben órdenes en un idioma universal: la publicidad ha logrado lo que el esperanto quiso y no pudo. Cualquiera entiende, en cualquier lugar, los mensajes que el televisor transmite. En el último cuarto de siglo, los gastos de publicidad se han duplicado en el mundo. Gracias a ellos, los niños pobres toman cada vez más Coca-Cola y cada vez menos leche, y el tiempo de ocio se va haciendo tiempo de consumo obligatorio. Tiempo libre, tiempo prisionero: las casas muy pobres no tienen cama, pero tienen televisor, y el televisor tiene la palabra. Comprado a plazos, ese animalito prueba la vocación democrática del progreso: a nadie escucha, pero habla para todos. Pobres y ricos conocen, así, las virtudes de los automóviles último modelo, y pobres y ricos se enteran de las ventajosas tasas de interés que tal o cual banco ofrece.
Los expertos saben convertir a las mercancías en mágicos conjuntos contra la soledad. Las cosas tienen atributos humanos: acarician, acompañan, comprenden, ayudan, el perfume te besa y el auto es el amigo que nunca falla. La cultura del consumo ha hecho de la soledad el más lucrativo de los mercados. Los agujeros del pecho se llenan atiborrándolos de cosas, o soñando con hacerlo. Y las cosas no solamente pueden abrazar: ellas también pueden ser símbolos de ascenso social, salvoconductos para atravesar las aduanas de la sociedad de clases, llaves que abren las puertas prohibidas. Cuanto más exclusivas, mejor: las cosas te eligen y te salvan del anonimato multitudinario. La publicidad no informa sobre el producto que vende, o rara vez lo hace. Eso es lo de menos. Su función primordial consiste en compensar frustraciones y alimentar fantasías: ¿En quién quiere usted convertirse comprando esta loción de afeitar?
El criminólogo Anthony Platt ha observado que los delitos de la calle no son solamente fruto de la pobreza extrema. También son fruto de la ética individualista. La obsesión social del éxito, dice Platt, incide decisivamente sobre la apropiación ilegal de las cosas. Yo siempre he escuchado decir que el dinero no produce la felicidad; pero cualquier televidente pobre tiene motivos de sobra para creer que el dinero produce algo tan parecido, que la diferencia es asunto de especialistas.
Según el historiador Eric Hobsbawm, el siglo XX puso fin a siete mil años de vida humana centrada en la agricultura desde que aparecieron los primeros cultivos, a fines del paleolítico. La población mundial se urbaniza, los campesinos se hacen ciudadanos. En América Latina tenemos campos sin nadie y enormes hormigueros urbanos: las mayores ciudades del mundo, y las más injustas. Expulsados por la agricultura moderna de exportación, y por la erosión de sus tierras, los campesinos invaden los suburbios. Ellos creen que Dios está en todas partes, pero por experiencia saben que atiene den las grandes urbes. Las ciudades prometen trabajo, prosperidad, un porvenir para los hijos. En los campos, los esperadores miran pasar la vida, y mueren bostezando; en las ciudades, la vida ocurre, y llama. Hacinados en tugurios, lo primero que descubren los recién llegados es que el trabajo falta y los brazos sobran, que nada es gratis y que los más caros artículos de lujo son el aire y el silencio.
Mientras nacía el siglo XIV, fray Giordano da Rivalto pronunció en Florencia un elogio de las ciudades. Dijo que las ciudades crecían «porque la gente tiene el gusto de juntarse». Juntarse, encontrarse. Ahora, ¿quién se encuentra con quién? ¿Se encuentra la esperanza con la realidad? El deseo, ¿se encuentra con el mundo? Y la gente, ¿se encuentra con la gente? Si las relaciones humanas han sido reducidas a relaciones entre cosas, ¿cuánta gente se encuentra con las cosas?
El mundo entero tiende a convertirse en una gran pantalla de televisión, donde las cosas se miran pero no se tocan. Las mercancías en oferta invaden y privatizan los espacios públicos. Las estaciones de autobuses y de trenes, que hasta hace poco eran espacios de encuentro entre personas, se están convirtiendo ahora en espacios de exhibición comercial.
El shopping center, o shopping mall, vidriera de todas las vidrieras, impone su presencia avasallante. Las multitudes acuden, en peregrinación, a este templo mayor de las misas del consumo. La mayoría de los devotos contempla, en éxtasis, las cosas que sus bolsillos no pueden pagar, mientras la minoría compradora se somete al bombardeo de la oferta incesante y extenuante. El gentío, que sube y baja por las escaleras mecánicas, viaja por el mundo: los maniquíes visten como en Milán o París y las máquinas suenan como en Chicago, y para ver y oír no es preciso pagar pasaje. Los turistas venidos de los pueblos del interior, o de las ciudades que aún no han merecido estas bendiciones de la felicidad moderna, posan para la foto, al pie de las marcas internacionales más famosas, como antes posaban al pie de la estatua del prócer en la plaza. Beatriz Solano ha observado que los habitantes de los barrios suburbanos acuden al center, al shopping center, como antes acudían al centro. El tradicional paseo del fin de semana al centro de la ciudad, tiende a ser sustituido por la excursión a estos centros urbanos. Lavados y planchados y peinados, vestidos con sus mejores galas, los visitantes vienen a una fiesta donde no son convidados, pero pueden ser mirones. Familias enteras emprenden el viaje en la cápsula espacial que recorre el universo del consumo, donde la estética del mercado ha diseñado un paisaje alucinante de modelos, marcas y etiquetas.
La cultura del consumo, cultura de lo efímero, condena todo al desuso mediático. Todo cambia al ritmo vertiginoso de la moda, puesta al servicio de la necesidad de vender. Las cosas envejecen en un parpadeo, para ser reemplazadas por otras cosas de vida fugaz. Hoy que lo único que permanece es la inseguridad, las mercancías, fabricadas para no durar, resultan tan volátiles como el capital que las financia y el trabajo que las genera. El dinero vuela a la velocidad de la luz: ayer estaba allá, hoy está aquí, mañana quién sabe, y todo trabajador es un desempleado en potencia. Paradójicamente, los shoppings centers, reinos de la fugacidad, ofrecen la más exitosa ilusión de seguridad. Ellos resisten fuera del tiempo, sin edad y sin raíz, sin noche y sin día y sin memoria, y existen fuera del espacio, más allá de las turbulencias de la peligrosa realidad del mundo.
Los dueños del mundo usan al mundo como si fuera descartable: una mercancía de vida efímera, que se agota como se agotan, a poco de nacer, las imágenes que dispara la ametralladora de la televisión y las modas y los ídolos que la publicidad lanza, sin tregua, al mercado. Pero, ¿a qué otro mundo vamos a mudarnos? ¿Estamos todos obligados a creernos el cuento de que Dios ha vendido el planeta unas cuantas empresas, porque estando de mal humor decidió privatizar el universo? La sociedad de consumo es una trampa cazabobos. Los que tienen la manija simulan ignorarlo, pero cualquiera que tenga ojos en la cara puede ver que la gran mayoría de la gente consume poco, poquito y nada necesariamente, para garantizar la existencia de la poca naturaleza que nos queda. La injusticia social no es un error a corregir, ni un defecto a superar: es una necesidad esencial. No hay naturaleza capaz de alimentar a un shopping center del tamaño del planeta.
Eduardo GALEANO
Montevideo, Uruguay
dosis de television
Me levante tambaleando después de una pequeña pero fatal dosis de televisión, cuando te acostumbras a alejarte de la realidad para estudiarla se te olvida lo repugnante que es, era increíble como no podría volver al mundo como la primera vez, igual que como unos años antes, definitivamente uno se construye en el camino y cuanto habría cambiado ahora, ¿y cuanto cambio cada segundo?
Miles de pensamientos sin sentido pasaban rápidamente haciendo sinapsis entre mis neuronas, llevando mensajes del lado derecho al izquierdo, de arriba abajo y dejando que grandes rayos de energía brotaran pro mi cuerpo y alrededor de mí cuerpo, era increíble lo que podías hacer solo en un habitación con un esfero y una hoja de papel frente a ti, era increíble todo lo que una mente podía expandirse y crecer y pensar y volar, permaneciendo todo el tiempo en el mismo sitio, sin moverse un momento sin si quiera parpadear.
Seguía pensando en lo horrible que era el consumo que todo el tiempo nos proponían y me reía de los cinco minutos anti consumo que se habían mostrado ese día por televisión, obviamente te dan solo la dosis que necesitas de sentido critico ni mas ni menos, al menos que sepas buscar bien, la sociedad te mantiene como a un sucio esclavo y te da escasos minutos para pensar, pero estos minutos son los necesarios para que no te des cuenta del engaño y poco a poco estos minutos van bajando y tu mente va dejando de trabajar… jamás pensé que personas pensaran como yo ahora veo que hay muchos a mi alrededor.
Como podemos todos quitarnos la venda y salir al mundo a demostrarlo, como se puede destruir un sistema y dejar una huella, como se puede parar el mundo pero en vez de bajarse del aprovechar el frenazo y volver a arrancar, de un modo diferente, me gustan los imposibles.
Miles de pensamientos sin sentido pasaban rápidamente haciendo sinapsis entre mis neuronas, llevando mensajes del lado derecho al izquierdo, de arriba abajo y dejando que grandes rayos de energía brotaran pro mi cuerpo y alrededor de mí cuerpo, era increíble lo que podías hacer solo en un habitación con un esfero y una hoja de papel frente a ti, era increíble todo lo que una mente podía expandirse y crecer y pensar y volar, permaneciendo todo el tiempo en el mismo sitio, sin moverse un momento sin si quiera parpadear.
Seguía pensando en lo horrible que era el consumo que todo el tiempo nos proponían y me reía de los cinco minutos anti consumo que se habían mostrado ese día por televisión, obviamente te dan solo la dosis que necesitas de sentido critico ni mas ni menos, al menos que sepas buscar bien, la sociedad te mantiene como a un sucio esclavo y te da escasos minutos para pensar, pero estos minutos son los necesarios para que no te des cuenta del engaño y poco a poco estos minutos van bajando y tu mente va dejando de trabajar… jamás pensé que personas pensaran como yo ahora veo que hay muchos a mi alrededor.
Como podemos todos quitarnos la venda y salir al mundo a demostrarlo, como se puede destruir un sistema y dejar una huella, como se puede parar el mundo pero en vez de bajarse del aprovechar el frenazo y volver a arrancar, de un modo diferente, me gustan los imposibles.
martes, 7 de octubre de 2008
Perdido... Fragil al viento
Perdido
A veces me siento perdido, al no saber a donde ir, al no saber como actuar…
Veo la realidad y me he escapado de la esclavitud,
¿Por que nos hundimos tanto en el sentir?
Es verdad, vivimos por vivir,
Olvidamos lo esencial tan pronto como nos levantamos,
No sabemos quienes somos, pero
¿Qué importa? Ve a estudiar… a trabajar… ve a “vivir”
Siento como la rutina me encierra
En su jaula de concreto,
Veo como los colores de la Naturaleza
Son remplazados por el frió y distante concreto
¿A eso le llaman progreso?
Mientras tanto, no muy lejos del dolor
La gente sigue una vida extraña,
Un mundo fantasioso donde lo mas importante pasa a ser lo material,
Todo parece estar bien, al hambre se le oculta
Y en el mismo juego se sigue jugando una y otra vez,
Los problemas ficticios en un mundo que de verdad no existe,
Y los de arriba siguen dominando,
Y sus cuerdas siguen comunicando…
Y siempre en la adolescencia, como te duele
Buscas libertad… pero cambias
Y eso es una ley
LIBERTAD, LIBERTAD, POESIA INFINITA QUE HICISTE EL LIBRO DE MIS DIAS, DE TUS DIAS, DARDOS DE SOL, MARFIL Y LUNA ARBOL DE VIDA, LA VIDA MISMA, CARBON Y OXIGENO, FRAGIL HOY ME SIENTO EN LAS MANOS DEL CAMBIO CONSTANTE LEY DEL MISMO UNIVERSO ACUERDO BUSCARTE PARA DISCULPARME Y NO TE ENCUENTRO… ME DICE TU AUSENCIA QUE DE NUEVO HE QUEDADO FRAGIL AL VIENTO
Fragil al Viento
En suplicas de amor me he convertido,
no encuentro una salida y me siento morir,
como poder vivir sin descifrar la intensidad de los
designios, bajo mi signo.
Mis huellas bajo el sol hoy sienten frió,
buscando una respuesta me he perdido....!si!,
y es que estoy aqui, sin saber si huir
o enfrentar y sepultar en el olvido lo ya vivido.
Coro.
Donde queda,
todo aquello que vivi,
donde quedara,
cada palabra que senti,
donde quedan,
las pequeñas cosas simples,
si hoy me duele comprender,
el ayer que ya se fue, que jamas regresara haciendo
distintos,... huella y camino,
A veces me siento perdido, al no saber a donde ir, al no saber como actuar…
Veo la realidad y me he escapado de la esclavitud,
¿Por que nos hundimos tanto en el sentir?
Es verdad, vivimos por vivir,
Olvidamos lo esencial tan pronto como nos levantamos,
No sabemos quienes somos, pero
¿Qué importa? Ve a estudiar… a trabajar… ve a “vivir”
Siento como la rutina me encierra
En su jaula de concreto,
Veo como los colores de la Naturaleza
Son remplazados por el frió y distante concreto
¿A eso le llaman progreso?
Mientras tanto, no muy lejos del dolor
La gente sigue una vida extraña,
Un mundo fantasioso donde lo mas importante pasa a ser lo material,
Todo parece estar bien, al hambre se le oculta
Y en el mismo juego se sigue jugando una y otra vez,
Los problemas ficticios en un mundo que de verdad no existe,
Y los de arriba siguen dominando,
Y sus cuerdas siguen comunicando…
Y siempre en la adolescencia, como te duele
Buscas libertad… pero cambias
Y eso es una ley
LIBERTAD, LIBERTAD, POESIA INFINITA QUE HICISTE EL LIBRO DE MIS DIAS, DE TUS DIAS, DARDOS DE SOL, MARFIL Y LUNA ARBOL DE VIDA, LA VIDA MISMA, CARBON Y OXIGENO, FRAGIL HOY ME SIENTO EN LAS MANOS DEL CAMBIO CONSTANTE LEY DEL MISMO UNIVERSO ACUERDO BUSCARTE PARA DISCULPARME Y NO TE ENCUENTRO… ME DICE TU AUSENCIA QUE DE NUEVO HE QUEDADO FRAGIL AL VIENTO
Fragil al Viento
En suplicas de amor me he convertido,
no encuentro una salida y me siento morir,
como poder vivir sin descifrar la intensidad de los
designios, bajo mi signo.
Mis huellas bajo el sol hoy sienten frió,
buscando una respuesta me he perdido....!si!,
y es que estoy aqui, sin saber si huir
o enfrentar y sepultar en el olvido lo ya vivido.
Coro.
Donde queda,
todo aquello que vivi,
donde quedara,
cada palabra que senti,
donde quedan,
las pequeñas cosas simples,
si hoy me duele comprender,
el ayer que ya se fue, que jamas regresara haciendo
distintos,... huella y camino,
Señor, Maestro.
Bajo un traje formal te ocultas,
Una mascara sonriente te pones
Y apareces en mi televisión,
Diciéndome lo bien que vamos.
Eres un rico y eres el que nos dirige
Tienes todo el poder,
Y alli estas sonriente hablandome,
Mirandome hipnóticamente.
Eres el que manda
Eres el que decide
Lo que esta bien y mal,
Eres el que sostiene los muros de esta gran prisión
Por que aunque me puedo mover,
Se que no tengo libertad.
Libertad.
No tengo libertad,
Si no quiero morir
He de actuar como tu digas que es vivir.
Libertad.
Con cuerdas encima,
Una corbata me ata
Pero yo decido como vivir.
Mira el horizonte,
Deja que tu alma vuele
Olvídate del mundo
Corre sin parar
Grita hasta el fin.
Mira el horizonte,
Deja que tu alma vuele
Olvídate del mundo
Corre sin parar
Grita hasta el fin.
LIBERTAD
Grita hasta el final.
Una mascara sonriente te pones
Y apareces en mi televisión,
Diciéndome lo bien que vamos.
Eres un rico y eres el que nos dirige
Tienes todo el poder,
Y alli estas sonriente hablandome,
Mirandome hipnóticamente.
Eres el que manda
Eres el que decide
Lo que esta bien y mal,
Eres el que sostiene los muros de esta gran prisión
Por que aunque me puedo mover,
Se que no tengo libertad.
Libertad.
No tengo libertad,
Si no quiero morir
He de actuar como tu digas que es vivir.
Libertad.
Con cuerdas encima,
Una corbata me ata
Pero yo decido como vivir.
Mira el horizonte,
Deja que tu alma vuele
Olvídate del mundo
Corre sin parar
Grita hasta el fin.
Mira el horizonte,
Deja que tu alma vuele
Olvídate del mundo
Corre sin parar
Grita hasta el fin.
LIBERTAD
Grita hasta el final.
La misma escencia
Del mismo estilo del anterior..... o tal vez el mismo escrito
Que las almas permanezcan tranquilas
En el mundo de la oscuridad
Que la luz se extravié en su mismo reino
Que no puedas ver castillos de oro
Mientras el sol al fondo alumbra
Mostrándote senderos hermosos
Llenos de flores magnificas
Pero que aun así tengas miedo
De lo que pueda pasar,
Por que la muerte anda tras de ti
Y por que incluso en los lugares mas tranquilos
Se pueden escuchar gritos perturbadores si sabes oir…
Solo aprende a escuchar abre tu mente y escucha la vela en tu mesilla
Mientras todo a tu alrededor este oscuro
Por mas luz que veas
Es fantasia
Y por mas miedos que existan
La luz estara presente
Por que luz y oscuridad son la misma escencia
Representada de diferentes maneras…
Que las almas permanezcan tranquilas
En el mundo de la oscuridad
Que la luz se extravié en su mismo reino
Que no puedas ver castillos de oro
Mientras el sol al fondo alumbra
Mostrándote senderos hermosos
Llenos de flores magnificas
Pero que aun así tengas miedo
De lo que pueda pasar,
Por que la muerte anda tras de ti
Y por que incluso en los lugares mas tranquilos
Se pueden escuchar gritos perturbadores si sabes oir…
Solo aprende a escuchar abre tu mente y escucha la vela en tu mesilla
Mientras todo a tu alrededor este oscuro
Por mas luz que veas
Es fantasia
Y por mas miedos que existan
La luz estara presente
Por que luz y oscuridad son la misma escencia
Representada de diferentes maneras…
Muerto por prender la luz
Espero que esto se vuelva cancion...
En las oscuridades de un lugar que no conocia
Abrí los ojos lentamente
Mientras oía un goteo lento e incesante
En el lugar en el que me encontraba no llegaba luz,
Solo veía oscuridad en todos los alrededores.
Extrañas cadenas me ataban
Y de inmediato mi instinto reclamo salir de allí
Sin ninguna posibilidad para moverme
La desesperación me gobernó,
Sentí como poco a poco los latidos de mi corazón aumentaban
Mi cerebro creaba ritmos alucinantes
Que hacían que la desesperación se tomara todo mi ser.
Mi alma se encontraba condenada..
Miedo!
Solo oscuridad y desesperación no veo mas a mi alrededor
Una vela se prende
Una gran explosion y es el fin…
Una vida desperdiciada en cosas sin valor
No deje una huella ahora he muerto y
Te lo suplico por favor
De tu vida has algo de valor.
En las oscuridades de un lugar que no conocia
Abrí los ojos lentamente
Mientras oía un goteo lento e incesante
En el lugar en el que me encontraba no llegaba luz,
Solo veía oscuridad en todos los alrededores.
Extrañas cadenas me ataban
Y de inmediato mi instinto reclamo salir de allí
Sin ninguna posibilidad para moverme
La desesperación me gobernó,
Sentí como poco a poco los latidos de mi corazón aumentaban
Mi cerebro creaba ritmos alucinantes
Que hacían que la desesperación se tomara todo mi ser.
Mi alma se encontraba condenada..
Miedo!
Solo oscuridad y desesperación no veo mas a mi alrededor
Una vela se prende
Una gran explosion y es el fin…
Una vida desperdiciada en cosas sin valor
No deje una huella ahora he muerto y
Te lo suplico por favor
De tu vida has algo de valor.
Una conversacion en una oscura habitacion.
Hace mucho que no publico nada, entonces hoy voy a publicar varias cosas. Primero Esto que supongo que solo alguien pude entender.
Una conversacion en una oscura habitacion
Miles de mentes se agolpaban contra mis palabras
Y miles de palabras se agolpaban en mi mente…; contra mi mente,
Y aunque era solo una conversación de dos
Miles de voces se escuchaban en la habitación.
Muchos murmullos
Y también gritos desesperados
Corazones sonrientes y sangrantes
Bailaban al son de dos personas
Que lloraban en la oscuridad de una habitación.
No entendía la mitad de lo que decía
Pero cuando me respondían
Todo tomaba sentido
Hablábamos palabras que nadie entendería,
Ni idiomas eran.
Aun así esa situación mágica
Era la más comprensible de todas
Marcaría nuestras vidas
Sellando nuestros sueños
Y así nos cantábamos verdades y mentiras
Dos mundos diferentes jamás se deberían conocer tanto
Éramos solo una persona pero estábamos en dos cuerpos
Y una parte decía una cosa y la otra, lo contrario
Y es que solo algo las une
Pero ese algo es tan fuerte que nada las podría separar
Por más opuestos que estén, siguen pareciéndose
Y seguimos cantando
Por que he de aceptar que yo soy uno de esos dos mundos.
Nuestras cabezas chocantes
Nuestras lagrimas rozantes,
Nuestras ideas chocantes
Nuestros besos rozantes.
Como más podría explicar algo tan mágico
Sino con un idioma que nadie entendería,
Solo tu mi amor,
Solo tu mi soñadora.
Y es que esa habitación ya era todo un mundo diferente
Cualquiera que nos hubiese observado no hubiera entendido,
Cualquiera que nos hubiera intentado consolar
Hubiera muerto en el intento.
Solo los pocos que no s hubieran entendido
Solo aquellos valerosos que fueran capaces de entender aquellas lagrimas tan tristes
Solo ellos, nadie más
Serian los capaces de plasmar en una hoja toda su alma,
Incluyendo ambas partes… la oscura y la clara.
Por que nadie podría hacerlo y por que de tantas palabras existentes
Solo muy pocas saldrían a la luz,
Pero aun así no se podría encontrar una conversación con más significado,
No se repitió nada, no se dijo nada de más…
Solo se dijo lo que sentía, que si lo escribiera,
Si mi memoria me alcanzara
Probablemente, por que de nada estoy seguro,
Jamás acabaría.
Ahora mi mente se aclara y las palabras se abrazan
Los labios se encuentran
Y la tranquilidad se forma
En cada una de nuestras almas,
Que ahora son una sola, diferente en si misma pero imposible de separar,
¿Como van a separar a dos mundos que comparten el mismo amor?
Aquel sentimiento irracional que no se podría describir
Y que solo se resume en una palabra,
Una palabra a al que cada uno le da miles de significados,
Casi siempre le da un nombre
Y mi mente ya le ha dado un nombre
Un nombre propio con apellido,
Ante ustedes le llamo mundo,
El mundo que esta tan cerca de mí
Aquel mundo del que soy parte
Y aquel mundo que ya es parte de mí
Soy el mundo siendo diferente a el, a ella.
Pero si lo miras desde otro punto de vista
Solo éramos dos personas
Hablando en la oscuridad,
Diciéndonos cosas magnificas
Que nos conmovían tanto el corazón que hacia que lloráramos,
No encontrarías ninguna otra explicación,
No si eres alguien normal.
Una conversacion en una oscura habitacion
Miles de mentes se agolpaban contra mis palabras
Y miles de palabras se agolpaban en mi mente…; contra mi mente,
Y aunque era solo una conversación de dos
Miles de voces se escuchaban en la habitación.
Muchos murmullos
Y también gritos desesperados
Corazones sonrientes y sangrantes
Bailaban al son de dos personas
Que lloraban en la oscuridad de una habitación.
No entendía la mitad de lo que decía
Pero cuando me respondían
Todo tomaba sentido
Hablábamos palabras que nadie entendería,
Ni idiomas eran.
Aun así esa situación mágica
Era la más comprensible de todas
Marcaría nuestras vidas
Sellando nuestros sueños
Y así nos cantábamos verdades y mentiras
Dos mundos diferentes jamás se deberían conocer tanto
Éramos solo una persona pero estábamos en dos cuerpos
Y una parte decía una cosa y la otra, lo contrario
Y es que solo algo las une
Pero ese algo es tan fuerte que nada las podría separar
Por más opuestos que estén, siguen pareciéndose
Y seguimos cantando
Por que he de aceptar que yo soy uno de esos dos mundos.
Nuestras cabezas chocantes
Nuestras lagrimas rozantes,
Nuestras ideas chocantes
Nuestros besos rozantes.
Como más podría explicar algo tan mágico
Sino con un idioma que nadie entendería,
Solo tu mi amor,
Solo tu mi soñadora.
Y es que esa habitación ya era todo un mundo diferente
Cualquiera que nos hubiese observado no hubiera entendido,
Cualquiera que nos hubiera intentado consolar
Hubiera muerto en el intento.
Solo los pocos que no s hubieran entendido
Solo aquellos valerosos que fueran capaces de entender aquellas lagrimas tan tristes
Solo ellos, nadie más
Serian los capaces de plasmar en una hoja toda su alma,
Incluyendo ambas partes… la oscura y la clara.
Por que nadie podría hacerlo y por que de tantas palabras existentes
Solo muy pocas saldrían a la luz,
Pero aun así no se podría encontrar una conversación con más significado,
No se repitió nada, no se dijo nada de más…
Solo se dijo lo que sentía, que si lo escribiera,
Si mi memoria me alcanzara
Probablemente, por que de nada estoy seguro,
Jamás acabaría.
Ahora mi mente se aclara y las palabras se abrazan
Los labios se encuentran
Y la tranquilidad se forma
En cada una de nuestras almas,
Que ahora son una sola, diferente en si misma pero imposible de separar,
¿Como van a separar a dos mundos que comparten el mismo amor?
Aquel sentimiento irracional que no se podría describir
Y que solo se resume en una palabra,
Una palabra a al que cada uno le da miles de significados,
Casi siempre le da un nombre
Y mi mente ya le ha dado un nombre
Un nombre propio con apellido,
Ante ustedes le llamo mundo,
El mundo que esta tan cerca de mí
Aquel mundo del que soy parte
Y aquel mundo que ya es parte de mí
Soy el mundo siendo diferente a el, a ella.
Pero si lo miras desde otro punto de vista
Solo éramos dos personas
Hablando en la oscuridad,
Diciéndonos cosas magnificas
Que nos conmovían tanto el corazón que hacia que lloráramos,
No encontrarías ninguna otra explicación,
No si eres alguien normal.
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